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Alberto Rodríguez

La resistencia en manos de marrulleros

La resistencia en manos de marrulleros

La idea de Uribe de utilizar el recurso de “resistencia civil” es buena aunque en los hechos apenas sea graciosa y artesanal. Pero es buena. No es necesario declararse en estado de resistencia para impedir la aprobación de una ley en el Congreso. Si así fuera, tendrían que declararse en estado de resistencia permanente. Los furibistas, los del primer círculo, hacen la tarea: traen sus carteles tipografiados, salen en fila, rompen el quórum y fuera del recinto hablan con los periodistas.

Creo que es buena idea porque invoca, con la expresión, un recurso que por presión pacífica mayoritaria obliga a derogar o aprobar leyes. Es un recurso popular y pacífico de reforma por acción reprobatoria de mayoría manifiesta. La sociedad civil tiene derecho de hacerse resistente frente a gobiernos que terminan haciéndose contrarios a ella. Es su obligación. De no haber sido porque tantas resistencias se jugaron a lo klargo de la historia, jamás se habría llegado al modelo de “democracia occidental” delque en ocasiones nos jactamos. La historia está hecha de resistencias.

Pero cuando el primer anillo del CD se declara en resistencia civil, más parece un chiste que un acto político. Algo como declararle la guerra a China, u ordenar que amanezca más temprano. Una bancada puede salirse, sabotear, negociar bajo la mesa, cambiar de aliados. Lo que no puede es hacerle creer a nadie que las marrullas del oficio sean resistencia civil.

Ayer Claudia López les dijo a los furibistas, que no se les olvidara que ellos trabajan para todos los ciudadanos, que son quienes los pagamos. Cumplan con su trabajo, hagan lo que tienen que hacer, no roben a la gente. Y desde el CD le respondieron endilgándole cosas peores.

Una propuesta de resistencia civil, hoy, no puede leerse, de otra manera, que como una exigencia de la sociedad civil para que no se firme el acuerdo de paz. Pero abortar el proceso, con todas sus deformaciones, mentiras, mangualas, no es una buena idea. Es más costoso abortarlo que dejarlo nacer.

Al término de un duro proceso de negociación con las Farc, el proyecto de  resistencia civil salido como un recurso de oportunidad, se parece mucho al médico, que en vez de practicar el aborto en las primeras diez semanas, lo hace en la semana 33.


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