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Alberto Rodríguez

Pepe Botellas

Pepe Botellas

Lo primero que Pepe Mujica hizo al levantarse fue verter un buche grande de vino rojo al gaznate, para luego descubrir después de la celebración de la noche anterior con sus amigos, que pese a sus 74 años, el pueblo uruguayo,  por algún defecto democrático, lo había elegido el día anterior Presidente del Uruguay.

       ¿Habrá algo peor que amanecer con la noticia confirmada de que uno ha sido elegido Presidente de Honduras o Uruguay? Honduras en la boca del Lobo, conocido como el Pepe. Y Uruguay en la manga del anciano de la tribu, conocido como el Pepe Botellas. Ambos tuvieron desde jóvenes el instinto del poder, lo que ya de por sí, los hace criaturas peligrosas.

       Lo común a los “Pepes” es que fueron elegidos un domingo. Botellas, izquierdista y Lobo derechista. El uno viejo y el otro maduro. El Mujica un ex guerrillero de 74 años – una edad en la que nadie por decoro debería aspirar a un cargo público -  con 14 años cumplidos de cárcel y seis heridas de bala en el cuerpo, que vive en una pequeña granja en las afueras de Montevideo. Lobo, un terrateniente del Partido Nacional, que jamás ha estado en la cárcel y la única herida que tiene se la hizo un caballo.
       Pepe Mujica, del Frente Amplio, sucede a Tabaré Vázquez, que pese a ser un hombre sin mayor gracia, terminó con una cuota de aceptación popular, se ciñó a la constitución, cumplió su mandato, dejó los mismos problemas al Uruguay y punto.

       Apenas pudo levantarse y vestirse salió al salón donde lo esperaban los periodistas. La primera declaración del Pepe, después de haber reconocido el triunfo en la tribuna el día anterior con los brazos alzados, fue negar que hubiera acordado con Argentina el fin de un bloqueo fronterizo derivado de su disputa ambiental. Lo dijo con la voz pastosa y retrasada de quien todavía no se ha sacado de encima la resaca dominguera de la victoria.
       La prensa local había difundido versiones, esa misma mañana, según las cuales el Pepe apoyaría la candidatura del Señor K a la Secretaría de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur). A cambio, la Señora K desactivaría el bloqueo que mantienen activistas desde 2006 en un puente que une la localidad uruguaya de Fray Bentos y la argentina de Gualeguaychú.
       Pepe se declaró molesto, y cuando Pepe se molesta se molesta y es capaz de mandar a la mierda a cualquier periodista. Al anciano de la tribu no se le contradice, él carece de reato para dar a cada quien lo suyo y mandar a la mierda a quien haya que mandar. Dijo en ese tono lastrado de molestia que nadie en Buenos Aires le ofreció "nada"."¡Notable creatividad! Jamás en mi vida, nadie, ningún ser humano me ha planteado eso arriba de la tierra". Sin embargo, asediado por la lengua de los periodistas, debió reconocer que había tenido contactos previos a la elección, con un funcionario argentino – cuyo rango no aclaró – con el que se habló de la "eventualidad de poner alguna gente a discutir una agenda de diferencias para ver si podemos progresar en algo".
       Tabaré Vázquez se ha negado a apoyar la candidatura de K a la Unasur, que requiere de consenso, ante lo que considera una actitud torpe y mezquina del gobierno argentino frente al bloqueo.Argentina demandó a Uruguay ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) por la instalación de la planta de celulosa de Botnia, en el río limítrofe.
       El Pepe no tiene puñetera idea de lo que se ha echado encima. A su edad las cargas no están para ser tomadas en serio. Y sensato que parecía el viejito. Uno hubiera podido creer que era un ex guerrillero curado, dedicado a su granjita, poseído de la sabiduría de Atahualpa Yupanqui, que con la serenidad que los años traen fuera capaz de rechazar las tentaciones del poder. Pero no, su corazón viejo, que todavía late, jamás inflamó la idea de que gobernar debería dar cárcel.

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