Se declaró culpable de amor...
Uno podría pensar malignamente, que a una mujer como Valery Domínguez, se le podría perdonar todo, aunque la belleza no sea razón para discriminar, y mucho menos, para avalar la impunidad. ¿O sí? Porque además de estar muy bella, está muy buena, en sentido moral.
Algo de la herencia corrompida de Monseñor, algo de las dádivas que repartió su palafrenero en el Ministerio de Agricultura, a través del programa de subsidio a sus cómplices en el agro, salpicó a Valery Domínguez. El hecho es que la niña se enredó en Santa Marta, un día que tenía una gripa terrible, con un bobazo Dávila de buena familia, terrateniente costeño, que de paso nos causaba una envidia verde. El tipo siembra palma, es uribista, le gusta el dinero y además dormía con Valery. Al que habría que condenar es a él, que terminó manipulándola, en lo único que no tenía que manipularla, para convertirla en gancho ciego para acceder a los recursos sucios de Monseñor Uribe, según lo ha declarado entre lágrimas, ella misma.
El manipulador Dávila le mandó con un mensajero un documento al estudio en donde grababa, porque según le dijo, necesitaba la firma de un tercero, para conseguir una platica para al palmar. Y Valery, que estaba enamorada del bobazo, (como se enamoran las inteligentes y las brutas) pues nada, que le dio la firma. Hoy está untada en una causa por peculado por apropiación, por una bobería un poco mayor a tres cientos millones, que ya devolvió. Se declaró culpable de amor. Y nosotros presumimos su inocencia.
María Isabel Rueda se pregunta en su columna dominical, que si bien los hombres las prefieren brutas, no podría ser tanto. El amor lo vuelve a uno bruto María Isabel. Tal vez tú nunca hayas sido víctima de un feliz embrutecimiento, como el que padecía Valery, cuando la platica de monseñor Uribe tocó a su puerta.
A Valery, yo la perdonaría, así fuera inteligente, y si yo fuera juez, claro está. Ah, y desde aquí le digo, que le ofrezco mi casa por cárcel, si el juez de la causa la encuentra culpable.
2 comentarios
Kaldina -
Lucho -