Entre bandidos
Tola y Maruja miran los acontecimientos de la “yidispolítica” en su bola de cristal de banda ancha. La lectura les dice que la cosa terminará, con Sabas condenado en la Picota, que con el alias de Fusible emprenderá el negocio de una red de caspetes.
La “yidispolítica” replica el esquema de los expedientes criminales de pillos rasos de banda criminal, que responden a la injusticia de sus jefes con otra traición. Normalmente la cosa se dirime cuando les jefes imparten justicia para que no se vuelva a hablar.
Se trata en el caso colombiano de una historia de deslealtades, de pactos traicionados, de desacuerdos mal manejados entre pillos insignificantes y pillos de Estado. Por una carambola histórica Yidisita terminó siendo el voto. El que el jefe necesitaba para hacer aprobar democráticamente su continuidad. En el siglo XXI no damos golpes de estado, hacemos reformas constitucionales.
La condición de los personajes colombianos es la misma de los expedientes. Que Uribe necesitaba el voto y que Yidis se lo vendió es el punto de partida. Los cargos administrativos con que se pagó la transacción, efectivamente se le concedieron, ni más faltaba, pero Yidis también quería continuidad.
Los errores del régimen son el punto de giro del expediente. Un mal manejo de la complicidad es tan grave en los gobiernos como en la bandas. A Yidis hoy en vez de concederle cargos, se los levantan. Van a condenarla por cohecho, sin que se sepa quién es el cómplice. Le han rastreado su pasado criminal para incriminarla por varios lados. Y si hiciera falta, se fabricarían pruebas.
Tola y Maruja quizás estén haciendo una lectura ingenua. Podría ser que en un segundo plano de la bola, entre brumas difusas, se viera que Sabas sigue en Roma y Yidisita continúa en la cárcel.
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