El Señor Gobernador
El “converso saca micas”, el uribista bugueño, el ex sindicalista exitoso, el ex ministro de Pastrana, el de la izquierda centrista, el liberal de corazón, el de los extensos monólogos de media noche en la frecuencia ciudadana, el ejemplar ejemplo de libertad y oportunidades en Colombia, la comparsa amaestrada de Uribe en Washington, un demócrata con libreto de Estado, el mismo que según Ramiro Bejarano, que también es bugueño, saquea la Industria Licorera del Valle. El Señor Gobernador se nos bebió el departamento. A Washington, Uribe además del Señor Gobernador, llevó a Paula Marcela Moreno, la nueva ministra afrocondescendiente de Cultura. Para mostrarle al caucus negro del Congreso que en su gabinete al menos tiene una negra. Borges era de la misma opinión. Para lo que vino a servir el Señor Gobernador. Desde que es Gobernador no se sabe a quién sirve, fuera de él mismo. Papá Noel le preguntó públicamente si era del Polo o no, pero el Señor Gobernador, que todas las noches de la vida sostiene entretenidos monólogos en la televisión pública regional, no respondió. Luego fue el otro Garzón, el buen amigo de María Ema. Le pidió que aclarara su filiación política de una vez por todas. Pero el Señor Gobernador no respondió. Sin decirlo se declaró independiente. Señores del Polo no hagan cuentas conmigo. Miren para qué vino a servir tanta independencia, para terminar de mascota amaestrada del lobby uribista en Washington. El Señor Gobernador tuvo un desempeño notable en Washington, cumplió su papel, dijo lo que tenía que decir. El Presidente regresó muy contento. Aún así, El Señor Gobernador retornó algo menos que consternado por la crudeza con que los miembros del Congreso trataron a su Presidente. Sin respeto por la dignidad del cargo, es decir sin ambigüedades. De manera directa, descarnada, conminatoria. No valió la retórica paisa, no fuero necesarios los diminutivos, no tuvo con qué ocultar las evidencias. Ellos quieren resultados y él sólo puede entregarles estadísticas. Entendemos Señor Gobernador, pero no lo acompañamos en su pena.
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