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Alberto Rodríguez

ADN

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Ahora resulta que los institutos politológicos nos cuentan que hay por lo menos 65 candidatos a escaños al congreso, investigados y cuestionados. Qué modo de fracasar la troika que Fiscalía, Procuraduría y Contraloría, habían armado para cazar corruptos. Qué linda forma de fracasar el intento restaurador del partido Verde.  Si tenemos un cartel de la toga, cómo pensar que no tuviéramos un cartel electoral, que se recicla invariablemente. Si los 65 cuestionados llegaran al congreso, como hipótesis, el 35% de él habría quedado en manos de los herederos, de quienes hoy están en la cárcel, están huyendo, están imputados o cuestionados.

La corrupción en Colombia es hereditaria.

Los bandidos de Córdoba, los Gómez de la Guajira, los Aguilar de Santander, toda la gama de musas y ñoños del país, han señalado a sus sucesores en los cargos de elección popular. Hay una dinastía moderna de la corrupción estructural con historia, que se inició con el frente nacional. La corrupción es un mal histórico, como el partido liberal y el conservador.

Cuando en los años setenta la naciente industria del narcotráfico tuvo necesidad de palancas económicas y políticas, se introdujo al sistema un incentivo perverso a la industria de la corrupción, que hasta entonces se limitaban a robar al estado. Cincuenta años después nos encontramos con algo más que un programa cartelizado de robo por sector, desde los pañales hasta el congreso. Se trata de una conspiración que aun sin coordinación busca co-optar el Estado, al servicio de la corrupción. Lo que en términos prácticos significa quebrar al Estado. Basta mirar cuántos puntos del PIB se lleva la corrupción anualmente. Si corrompieron el sistema de alimentación escolar y le quitaron a los niños las proteínas y las calorías que el estado debe proporcionarles, sin ha hecho negocio con las empresas de salud, con los hospitales, las ambulancias, cómo no ir por todo, si es que la corrupción es hereditaria.  

Justicia corrupta, medios corruptos, congreso corrupto, partidos corruptos. ¿No es signo de una conspiración? Pero si todavía no creen, miren el caso del desmantelamiento de Bogotá, que como un plan de desarrollo, los hermanos Moreno, implementaron de manera consistente y metódica. “Robémonos a Bogotá” fue la consigna implícita. Tenían sede en Miami, edificio propio, avión privado para la junta directiva, tenían agentes en cada uno de los sectores del distrito: salud, educación, planeación, obas públicas, plan vial, servicios públicos, consejo municipal. Tenían una red bancaria para blanqueado. Miren cuánto le costó a Bogotá, la arremetida.  Algo más, mirten la estructura internacional de corrupción que Odebrecht alcanzó a desarrollar como una división corporativa. Una conspiración internacional que llevó a la cárcel a expresidentes y que agitó el cotarro en todos los países de América Latina.     

Un señor Vélez que es el director de Cambio Radical, dijo en una entrevista a la W, que si los miembros de las Farc podían incluir en sus listas a criminales…no alcanzó a sacar la conclusión obvia, que muchos oyentes adivinamos: ¿por qué nosotros no? Y agregó, que había consultado con los abogados de los nominados a listas para congreso, y ellos habían dicho que no existían impedimentos legales.

La pelea contra la corrupción está perdida. No hay contraparte, no hay con quién.

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