Guayaberas blindadas
Hay dos temas que posiblemente hagan prever que la cumbre de Presidentes de las Américas en Cartagena de Indias, no sea una reedición tan aburrida e inútil, como las cinco cumbres anteriores: la situación de Cuba frente a la OEA y la redefinición de la política antidrogas para América Latina.
Cuba fue expulsada de la OEA hace 47 años, por un lobby particularmente agresivo de Colombia, que consideró que los vínculos de la isla con el bloque chino-soviético, eran "incompatibles" con el Sistema Interamericano. El 9 de noviembre de 1961, en una reunión de ministros de Exteriores de Latinoamérica, se tomó la decisión, debidamente orquestada, ambientada y coordinada por los Estados Unidos. Después de eso, Cuba se ha negado a querer retornar a una organización de fachada, de efecto retórico, manipulable y manipulada por los Estados Unidos, y completamente inútil.
Sin embargo el asunto de la reincorporación de Cuba a la OEA, hoy es utilizado como una forma de cuestionar la legitimidad representativa del organismo. En palabras de Correita, no tiene sentido una cumbre de la OEA, sin Cuba. Al punto que se ha negado a asistir mientras Cuba no esté presente.
En términos “legales” una cumbre de la OEA, es para países miembros, luego si Cuba que no es miembro, no tiene razón ni motivo para asistir. Fue el argumento con que Santos fue de visita a la isla antes del encuentro, para salirle al paso, al ambiente “integrador” que promueve el bloque del Alba. Aún así, en lo que podría considerarse un sentido más político, Chávez, Ortega y Evo, sí van a estar en Cartagena.
Del otro lado, toda la resistencia castrista del continente, algunas de cuyas organizaciones han llegado a Cartagena, han solicitado que un país que viola sistemáticamente los derechos humanos, no puede integrarse a la OEA. Sin embargo, con ese argumento, habría que disolver la OEA, porque no existe un solo país, comenzando por los Estados Unidos, que respete los derechos humanos.
Y el otro paradójico criterio, según los observadores, es que Cuba no puede reincorporarse a la OEA porque no es una democracia. ¿Una democracia comparada con quién, con los Estados Unidos, con Venezuela, con Haití, con Argentina? ¿Con quién? Tal vez tampoco haya un lindero democrático real, cuando todas las democracias de América Latina, convalidan su condición por el hecho de llamar a elecciones, que no es más que la expresión más caricatural de gobiernos profundamente antidemocráticos. Si la democracia se midiera por equidad, inclusión, calidad de vida, empleo, vigencia del derecho, derecho a la lectura, ninguno de los actuales países miembros de la OEA, debería estar en ella.
Tal vez lo mejor es que Cuba no regrese a la OEA, un organismo artificial y fantasmagórico, dirigido por un fantasma que ni siquiera asusta;tanto respeto a los derechos humanos – Guantánamo, por ejemplo – y tanta democracia junta, podrían ser un mal ejemplo. Además que la OEA jamás ha significado un diálogo entre iguales, integración hemisférica, cooperación para el desarrollo, seguridad energética, lucha efectiva contra el crimen organizado, y muchísimo menos, alternativas viables de lucha contra el narcotráfico - después de que desde 1979 todas las estrategias han resultado ser un radical y definitivo fracaso - la legalización.
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