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Alberto Rodríguez

El curioso incidente del perro a media noche

El curioso incidente del perro a media noche

Bienvenidos lectores, ahora van a sentir lo que es ser autista. Van a ver cómo arma las frases y los párrafos un autista, cómo piensa - como si un autor pudiera hacernos sentir lo que es ser gato -, cómo ordena el mundo, cómo corrige la espantosa entropía cotidiana. Van a sentir lo que es viajar hasta Londres, es un viaje semiológico abismal que parecería inventado por Eco. Christopher viaja por entre una selva de signos, al final de la cual está su madre.

El curioso incidente es una novela escrita en primera persona, por Christopher John Francis Boone, un chico de 15 años que vive en Swindon, Inglaterra. Christopher va a una escuela de niños con “necesidades especiales”, un asqueroso eufemismo que le molesta. Su diagnóstico, síndrome de Asperger, aunque su personalidad es la de un autista de alto rendimiento.

La novela comienza rindiendo un homenaje al autor del que Christopher se vale para escribir su historia, Sherlock Holmes: “Pasaban siete minutos de la media noche” (¡!!). Un perro, un caniche apodado Wellington, aparece muerto en el jardín de la Señora Shears, atravesado por las púas de un horcón, como los que se utilizaban para clavar el corazón de los vampiros. Entonces, un autista matemático que escribe, nos introduce en su investigación rigurosa. La historia tiene dos planos, la investigación sobre la muerte del perro, y la de la falsa muerte de la madre. No a la pedestre manera de Piglia, sino como un vuelo que atraviesa el sueño de Christopher.

En el capítulo 299 Christopher tiene un sueño. Todo el mundo en la tierra ha pescado un virus de ordenador. Se contaminan a través del significado que dan o reciben. Por ejemplo, pueden contagiarse a través de un noticiero de la TV. Cuando se contagian, lo que hacen es quedarse sentados en el sofá sin comer ni beber, hasta la muerte. El sueño tiene dos versiones. Al final los únicos que se salvan, son los que no ven ni escuchan a otros, y por tanto no saben lo que son los emoticones.

El fondo del sentido del orden autista, se siente como la respuesta fija al miedo que causa que las cosas cambien. La mayor incertidumbre del autista proviene del desorden. Si las cosas y las relaciones no son fijas, no hay seguridad. El orden llega a ser tan definitivo, que cosas como los mapas, los horarios y las guías, son biblias. Un horario, dice Christopher, es un mapa del tiempo.

El Curioso incidente es escrito por un sujeto raro. Pintor, ilustrador, autor de libros para niños, novelista y profesor de escritura creativa. Ha trabajado con niños autistas, de donde seguramente obtuvo el conocimiento endemoniado que nos devolvió novelado. Premio de la Commonwealth al “Mejor Primer Libro”.

Que Christopher Boone llegué a ser con el tiempo, uno más en la línea del Lazarillo de Tormes, Oliver Twist y Holden Caulfield, es algo que no lo sabemos. Terminadas las dos investigaciones - la del perro y la madre - que lo llevaron a encontrar las 43 cartas de ella, que su padre le ocultó, quedamos tan cansados, que no podemos hacer vaticinios.

No se desanimen por el número de capítulos. Lo que pasa es que Christopher sabe de memoria los números primos hasta el 7507. Así que pensó que era buena idea numerar los capítulos de su libro, solo con números primos. 

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