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Alberto Rodríguez

El laberinto de la agenda

El laberinto de la agenda

A tono con los tiempos modernos el primer problema para el proyecto de paz en Colombia es la agenda. Necesita tener en cuenta tres flancos internos. El carácter de los interlocutores, la negociación en medio del conflicto y el cese al fuego. Los aspectos logísticos, el dónde (no es lo mismo conversar en La Habana que en Oslo), la confidencialidad (que una vez conocidos los pronunciamientos de Santos y de Timochenko, se echó a perder) y el plazo, se han estado discutiendo desde que Santos asumió el gobierno.

Se va a negociar con un grupo narco terrorista, reconocido por la Unión Europa, los Estados Unidos y los delegados del gobierno. De tal forma que el narcotráfico tendría que estar en la agenda. Por fatal que suene, aunque se inscriba, ninguna negociación afectará la existencia del negocio, mientras no haya un acuerdo internacional de legalización. Que no haría parte de la agenda.

La escalada del gobierno contra las Farc desde la muerte de Reyes y la escalada de las Farc, justamente al final del primer tiempo del gobierno Santos, son catalizadores del proceso que comienza. Un cese al fuego es un solo y exclusivo punto de una agenda preliminar ad hoc. ¿Gobierno y Farc están dispuestos a un cese al fuego? No lo creo, son enemigos crónicos, retrecheros y mañosos, ambos. No son capaces de darse la prueba de confianza.

Sobre el término de negociación, su horizonte, Fabio Valencia dijo hoy al Espectador  “Por eso digo que esto no debe durar más de seis meses. Más allá es carreta”.

El asunto de la mediación internacional, la participación de Venezuela en particular,  es un componente nuevo, con respecto a las agendas de Betancourt, Barco y Gaviria. Venezuela es parte del conflicto. Pretendió declarase neutral respecto a él, aunque los lazos bolivarianos con las Farc, lo que quiera que sean, son vinculantes. El entorno del narcotráfico en Venezuela no es ajeno a la presencia de las Farc al otro lado de la frontera. Si se firmara la paz en Colombia, lo que sería mucho tiempo después de las elecciones de octubre en Venezuela, Chávez podría reclamar éxito en su mediación. Parecería muy poco, al lado del crédito efectivo que Santos se daría en un plazo cómodo en su agenda de reelección.   

En cualquier condición y en cualquier orden que se maneje la agenda de las conversaciones de paz, serán los intereses del grupo de poder en cada país, los que orienten el curso posible de entendimiento necesario para llegar a un acuerdo.

¿Quién se la juega por la paz? Esa paz, que parece más una ficción nacional, una esperanza desesperanzada, un rey de burlas, siempre aplazada en los últimos cincuenta años. Porque si algo queda claro es que en todo el tiempo, las partes nunca se la han jugado de verdad por la paz.    

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