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Alberto Rodríguez

El bestiario electoral

El bestiario electoral

Doctor Coscorrón. No puedo más que sentir miedo, de que un tipo como Vargas Lleras pudiera ser presidente. Un “animal político” de carácter depredador, que ha sabido esperar su turno, y que va a hacer todo, y todo es todo, lo que necesite para echarle zarpa a la presidencia. Despótico, obsesivo, víctima de un instinto posesivo inmoderado, cuya consigna podría ser: si para obtener el fin debo entregarle el alma al diablo, se la entrego (presumiendo que la tenga). Tiene maquinaria estatal, partidista y se ha amangualado en las regiones, en el Caribe en particular, con todos los bandidos de cuello blanco, de cuello negro y sin cuello, capaces de producirle votos. Tiene todo el dinero para una campaña 4G y un empresariado esperando el turno para redimirse.

De la Calle. Un liberal que oscila entre el romanticismo bobo del liberalismo y el pragmatismo de los negociadores. Sin partido, rodeado de gente como Serpa y Cristo (a quienes es mejor jamás tener de aliados). Viene cargado con el prestigio de ser el hombre que desarmó a las Farc. Lo que hoy resulta ser un arma de doble filo. Si bien es algo que le puede dar votos, también se los puede quitar. En principio, se podría pensar que es el candidato de Santos, aunque con Santos nunca se sabe, por el solo hecho de ser el único candidato del SI.

El Duquecito. No sería políticamente nada, sin Monseñor. Es algo inflado, apadrinado, retocado, influido por su presencia oscura, y a quien las encuestas le sirvieron para arrancar la bendición. Ya ha declarado, que Martha Lucía, será su fórmula Sin Monseñor sería apenas un “mozalbete inteligentón”, según lo describe Fernando Londoño. Un técnico de la política, exfuncionario internacional, informado, con discurso estándar neoliberal, afecto a la economía naranja y defensor de la industria de energías sucias. Tiene resistencias notables en su propio partido, a pesar de ser el elegido. Pero como a nadie se le creen los juramentos de obediencia en política, valga para él su nominación.

El Petro. Tiene un yo tan grande que no puede entender qué cosa es la autocrítica. Es una forma de iluminado popular, tribuno de la época del twitter, argumentador, retórico, eficaz, capaz de llevar la palabra a una zona de emergencia para su interlocutor. No tiene partido. Comprende el cosmos político colombiano en el marco mundial, tiene una visión, que es mucho decir, entre los políticos. Tiene el prestigio senatorial que le asegura un electorado fiel, de opinión, que en Bogotá y la Costa Caribe, le deja jugar con su propio capital político en la subasta electoral. Es el candidato que más despierta resistencia en el establecimiento. Un burgués cualquiera, tendría más miedo de Petro que de Timochenko.

El Profesor. Sergio Fajardo es un matemático al que los cálculos políticos, en general, le han salido bien. Hizo en Antioquia un gobierno mejor que el de Monseñor. No tiene sombras siniestras detrás, rabos de paja, procesos desperdigados en los juzgados, incriminaciones éticas, prontuarios públicos, ni las manos untadas. Su política ha sido ensayar el centro. No entrar en polémicas con la izquierda, sus aliados, ni con la derecha, sus competidores. Los verdes y los amarillos pusieron sus máquinas electorales al servicio de su campana. Tiene las cosas claras, se hace entender, no tiene el síndrome de Antanas. Su activo temporal, todas las encuestas, desde el año pasado, lo ponen de primero. 

1 comentario

FERNEDY YONDA SILVA -

Muy buenas apreciaciones sobre los candidatos. Los debates dela universidad de columbia y de teleantiooquia, no han dejado un ganador contundente. Por el momento Colombia no tiene futuro.