Salto por el centro del vacio
A medida que aumenta la intención de voto por Mockus, crece la opinión en contra. Desde la de peor mala leche uribista, como la de Uribito, la de carácter ideológico de Petro, la de segunda intención de María Isabel Rueda, la caspa de Antonio Caballero y la argumentada, como la de Carolina Sanín. Todas, menos la de la editorialista de El Espectador, asumen que los colombianos que queremos el desmantelamiento de los establos en que Uribe convirtió “su” Estado, no tenemos una opción distinta a Mockus. Para bien o para mal.
Que Mockus es un salto al vacío dicen los apocalípticos desintegrados del liberalismo y de la social democracia. No sabemos para dónde iría el Estado en manos de un Profesor. Qué imagen más pervertida de un Profesor tienen quienes en sus programas educativos invirtieron océanos contaminados de linduras programáticas a favor de la educación. Educación sin profesores. Es su programa.
Que Mockus es autoritario, filo fascista. Como lo tachó Caballero en entrevista con Antonio Morales, haciéndole de paso un buen favor a Chucky. Él que carece de argumentos, bien le viene el de Caballero, que califica a Mockus – y niega sin convicción que los verdes sean el centro – de derechista continuador de la seguridad democrática. Le faltó decir que es el gallo tapado de Uribe, como dijeron de Fajardo al comienzo de su campaña. Se le olvidó a Antonio el filo fascismo corporativo del Patrón, el estado mafioso, los consejos comunitarios, la seguridad democrática, la teoría de opinión. No dijo que fuera a dar su voto por Juan Manuel – de la misma manera que dijo que su voto a la pasada alcaldía de Bogotá, iba para Peñalosa, y no para Samuel -, dice que le gustaría darlo por Petro, como también a mí, pero es que mientras esté en el Polo, está “petrificado”.
Que Mockus es neo liberal dice Petro, que Mockus no tiene programa dice Vagas Lleras, que Mockus es un idealista dice Noemí, que Mockus es un pacifista dice Uribito, que es la derecha dice Caballero. Si les creemos un poco a todos, con seguridad vamos al vacío, desde el centro. Que todos hablen mal es buena propaganda. En la agenda de cálculo político, los verdes podrían tomarse el poder en las próximas elecciones. Y si no son los verdes, es Chucky. El candidato investido, el guiñado ceremonial del estado de opinión, el hombre al que no se lo ha cogido jamás en una verdad.
Que a las Farc no se la puede combatir con mimos y girasoles, dice Uribito. Bueno, el argumento le quedaría bien a Jaime Bayly, pero en boca de Uribito es apenas un mugido.
“Preveo que celebraré con emoción novelesca el triunfo de Mockus, que me parecerá tan irónico como consecuente: pero de mi estremecimiento participará también el temor que siento ante la perspectiva de ser efectivamente gobernada por Antanas Mockus”, dice Carolina en su editorial.
¿Qué nos espera? El gobierno de un pedagogo, que sabe que el espacio menos democrático que existe es un aula. El gobernante inflexible con el cumplimiento de la ley, que en un país sin tradición legal de hecho, puede ser visto como filo fascista. Carolina Sanín encuentra una coincidencia entre el afecto de Antanas por los símbolos, y el del fascismo por ellos.
No sería raro pensar que la naturaleza motriz de la marea verde, sea semejante a la marea que puso a Uribe en el poder, sin partido, sin bancada, en el 2002. Alguien a quien se proyectó el imaginario nacional de “salvador” contra las Farc. Hoy el imaginario tiende a proyectarse representativamente en un Profesor verde, un filósofo capaz de “salvarnos” del Estado mafioso. Alguien que le cure a medio país el Síndrome de Estocolmo con Uribe.
Si Antanas llegara al poder, a lo que conscientemente habré de contribuir, conocerá la misma suerte de Obama, al que la fuerza de la marea plural eligió, para luego dejar a merced de las encuestas y sus enemigos.
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