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Alberto Rodríguez

Green Book

Green Book

Así como la novela es un género de personaje, en el cine también hay películas de personaje, en el sentido de que se ocupan del perfilado de carácter con mayor énfasis, acierto,  o visión estética, que de las circunstancias, a pesar de que los personajes sean inseparables de las circunstancias.  

 La película, Green Book (la guía sureña de hospedajes donde los negros pueden pernoctar) de Peter Farrely se ha llevado el Oscar a mejor película, a mejor actor de reparto y a mejor guión. Un consenso tal en la academia, quizá tenga muchas explicaciones.

 Es posible que la originalidad de una historia que invierte los roles, del blanco y el negro, sea una buena razón. Un matón italiano del Bronx y un negro virtuoso del piano, con títulos, dinero y poder. El viaje, siguiendo el itinerario de conciertos es la circunstancia marco, pero más allá de poner el énfasis en el entramado, se dedica a llenar de humanidad a los personajes, en el forzado intercambio en que los ponen las circunstancias de “amo y esclavo”.

 También es posible que la resolución amistosa, afectiva, comunicativa entre un racista homofóbico y un musulmán negro y homosexual, sea esa lección de convivencia y reconocimiento, por el que la Academia premia el “cine de “valores”.

 He oído críticas, las especializadas y las aficionadas, diciendo que el final es de moraleja, que la salida de la cárcel, apelando a Bobby Kennedy, es forzada. La revista Semana le dio apenas un aceptable.

A pesar de las críticas, hay algo que marca, que se le abre al espectador, la calidad humanizada de los personajes, el contraste profundo, el espesor de la crisis que los va definiendo, que los reperfila a lo largo de una historia que nos salpica desde el comienzo, no nos deja ser impasibles.

 Las cartas de Tony Lip a su mujer y la intervención, a la manera de Cyrano de Bergerac, del Doctor Shirley, son una secuencia perfecta de construcción del personaje por la escritura. Tony, apenas un alfabeto, le escribe cartas a su mujer. En un momento, de la última carta, Shirley se la arrebata en un acto del mayor autoritarismo, y Tony le dice, que no es necesario que la corrija, porque él ya aprendió el truco.

 El momento cardíaco, de mayor tensión es la declaración del Doctor Shirley bajo la lluvia a Tony Lip: los blancos solo me aceptan mientras toco el piano, y para los negros es como si fuera un blanco. ¿Quién soy?  

Entrañable film de personaje

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