Él ha venido a salvar al Brasil
Brasil encima de todos. Dios encima de todo. Así podría describirse el “programa de salvación” del ex capitán Jair Bolsonaro para el Brasil. No se descarte que sea quien represente a ese dios que ha puesto en lo alto, a la manera de las más rancias teocracias. Él ha venido a salvar al Brasil.
Bolsonaro tiene las mismas tripas de Trump y Duterte. Es de la misma estirpe de depredadores evangélicos, que practican el fascismo ordinario y que los hace un poco hampones. Todos se declaran religiosos, portadores de una fe. Mi único pecado, dice Duterte, son las ejecuciones extrajudiciales. Trump no reconoce pecados. Pero no se le perdonará el campo de concentración para niños, en Tornillo, Texas.
El Capitán Bolsonaro fue bautizado por una iglesia pentecostal, como, Jair Mesías Bolsonaro. ¿Qué tal que fuera el hijo de dios? Dejemos que tome las riendas del Brasil y que nos lleve por “la senda preclara de la libertad y el progreso”. O de manera un poco más prosaica, que con algo como veneno para insectos, purgue a la sociedad de todas esas horribles degeneraciones, propias de las minorías.
Lo de Bolso no extraña. Aun sin que el PT hubiera caído en su orgía de corrupción, Bolsonaro probablemente habría ganado. Estamos de temporada. Victor Orbán en Hungría y Jaroslaw Kaczynski (como el nombre de Unabomber), en Polonia. Putin en Rusia y Mohamed bin Salmán en Arabia Saudita. La misma que envía, un equipo de quince expertos para arreglar el cadáver de Khashoggi, una vez asesinado en las instalaciones del consulado saudí en Estambul. En la China, el emperador Xi. Y en las repúblicas bananeras, el mafioso Nicolás y Ortega, el pater familia de una dinastía peor que la de los Somoza.
La más obvia explicación del triunfo fascista en Brasil, es que la sociedad reaccionó frente a la corrupción del PT. Un voto mayoritario contra el manejo “socialista” del poder, de cuando el péndulo estaba allá. Lo mismo que pasó en Argentina, en Ecuador, en Colombia. Lo mismo que ha servido para explicar el triunfo del Brexit y el ascenso de Donald.
Hoy el péndulo está aquí. El Mesías B ha llegado para salvar al Brasil. Lo primero será devolver a todos los negros al África, que ya no son capaces ni de reproducirse. A los indios, que se corran a Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia. Las mujeres que se tengan, todas tendrán su derecho a ser violadas. Y a los artistas, pena de muerte, son los peores. A la sociedad del Brasil hay que sanearla de todas las degeneraciones ideológicas, ambientales, de género, de condición humana. Lo que se necesita es alguien a quien no le tiemble, ni la mano ni el tinto. Y ese es, el Capitán Jair Bolsonaro.
Pero si por alguna desconocida razón no llegara a ser el hijo de dios, y resultara el hijo de alguien más, estaríamos frente a un relevo militar en el gobierno del Brasil. El general Mourão será vicepresidente, el general Heleno será ministro de Defensa y el teniente coronel Ponte será ministro de Ciencia y Tecnología. El general Oswaldo Ferreira guió la campaña electoral.
Dijo Bolso, el día antes del triunfo, que va a sacar a las calles a las fuerzas militares, para hacer frente al crimen. Desde "este momento el Brasil está en guerra”. Un mesías guerrero, un fauno dispuesto a militarizar el país. Por la fuerza, por la fuerza, resuena el coro del fauno en su laberinto.
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