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Alberto Rodríguez

Los hermanos Cuervo

Los hermanos Cuervo

Una trilogía de acabados perfeccionistas, de una minucia en el cruce de los personajes en las tres historias, que ajusta como un reloj. Apariciones y desapariciones medidas. Va soltando la información a ritmo de cirujano. Una velocidad variable que le da calor al ritmo. Y el lenguaje de un cronista, que no escatima los hechos, el dato, pero tampoco la prosa. Una primera historia de los compañeros de bachillerato. La segunda, la de un ciclista, como Ramón Hoyos. Y la tercera, la azafata y el ciclista. Un cuadro colombiano tan costumbrista como impresionista.

La novela tríptica de Andrés Felipe Solano, un tipo que no representa los cuarenta que ya tiene, que vive en Corea, capaz de irse a vivir a un barrio popular en Medellín, durante seis meses, para ver cómo era vivir con el salario mínimo. Que sorprendió con su primera novela, Sálvame Joe Luis, y que se impuso como ganador en el concurso de narrativa de Eafit. Es un tipo que encarreta con lo que escribe. Nos muestra el país, lo conocido, lo que hemos sido, lo que somos, pero también nos muestra la extrañeza, encarnada en los hermanos Cuervo, unos cabrones adolescentes que se las saben todas, las tienen todas, y las que no, se las imaginan. Lectores, coleccionistas de fósiles, geógrafos, inventores, diseñadores, músicos, putañeros, más conocedores y maduros que sus profesores. Su nombre siempre me resulto un guiño muy particular y evocativo, de Rufino y Ángel, los hermanos Cuervo en París. Tan parecidos, tan curiosos, tan disciplinados, tan santos los unos como putañeros los otros.cuervo

 

Los hermanos Cuervo, de padre desconocido y madre prófuga.

Un ciclista obsesionado con la desaparición de su mujer esquizofrénica y las andanzas paralelas con la hija adolescente de quien fuera su mentor, un periodista y locutor deportivo, que lo descubrió, lo acompañó en todas las vueltas, hasta sellar una larga amistad.   

Hay historias, hay alguien que las sabe contar, hay gracia narrativa, nos reconocemos tanto como nos desconocemos en el retrato iluminado de unos personajes que enredan la vida, sin saber cómo, y hacen unos nudos de puta madre. Es una novela sincera, Solano se entrega a sus personajes. Se nota que son ellos los que salen a escena.

Hay que leerlo. Seis horas de ensueño.  

 

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