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Alberto Rodríguez

Nada está acordado hasta que todo esté acordado

Nada está acordado hasta que todo esté acordado

El acuerdo de terminación del conflicto firmado en Cartagena con el aval de la comunidad internacional ha quedado sin vigencia. No se refrendó. Santos se jugó la suerte de la refrendación en un acto de consulta que le ganaron en una campaña abiertamente sucia, con asesores en campañas sucias, con mucha homofobia y mucho dinero.

Santos resultó víctima de su propio invento, gajes de la democracia. Hasta ahora lo que tenemos es un acuerdo sin vigencia jurídica, sin ningún efecto. Con una impugnación electoral, que a todos los protagonistas los ha obligado –en un primer momento– a parecer políticamente correctos, dispuestos a defender la paz y a sentarse a hablar. Sin embargo, y en eso se equivocaron los que le creyeron que  Santos no tenía un plan B. Subestimaron a Santos. ¿O creen ustedes que la delegación del gobierno y las Farc no hablaron de lo que harían si ganara el NO? Santos y De la Calle, varias veces, respondiendo a la pregunta de qué pasaría si ganara el NO, no tuvieron reserva para decir que volveríamos a la guerra, a la guerra urbana, adelantó el Presidente. Nos quieren meter miedo, nos amenaza, dijeron desde el CD. El domingo dijo tras reconocer la derrota, que el cese bilateral y definitivo que se había logrado negociar en medio de la guerra se sostenía. El lunes nos tomó por sorpresa diciendo que el cese al fuego no era definitivo y que tenía fecha de vencimiento, el 31 de octubre. El plan B se puso en marcha.

De la lista de ítems sujetos a posible negociación presentados por el CD, Pastrana, Ordoñez y las iglesias, a Santos, hay dos en especial, el de la tierra y el de la justicia transicional, que no darían margen de negociación. Demasiados intereses tienen los dueños de la tierra, para que después de un siglo, en que nadie quiso ni pudo hacer una reforma agraria en Colombia, vengan las Farc  a dictar una reforma agraria contenida en el punto primero del acuerdo, que toca los intereses y propiedades de los dueños de la tierra. Y por otra parte, si la justicia transicional es la forma jurídica de la impunidad, como dicen sus detractores, y al mismo tiempo la arquitectura del acuerdo, qué podría discutirse en una mesa donde se encuentren el CD y las Farc.

Sin mencionar, que para el CD y toda la derecha belicista, sería la justicia transicional la que daría el “alivio judicial” que Uribe mencionó en su primera alocución tras conocerse los resultados del plebiscito y que favorecería a los acusados de paramilitarismo y parapolítica, a los militares incursos en proceso por los falsos positivos, a los financiadores de la guerra y a los empresarios que se enriquecieron con los negocios del conflicto.

No sé si el plan B sea un acuerdo secreto entre Santos y las Farc. De todas maneras, aparece como algo casi chistoso, que a un Presidente que le toca anunciar la guerra, como una forma de reaccionar, sin duda presionado por las circunstancias, frente a la victoria electoral del NO, se le conceda una semana después, el premio Nobel de la paz.   

¿Qué tal santos recibiendo en Oslo el premio, y aquí en Colombia las Farc divididas, dándose plomo otra vez con el ejército, asesinado civiles y volando oleoductos, mientras el avión fantasma guía a los bombarderos para fumigar, como quiere María Fernanda Cabal, otra vez a los chusmeros?

 

1 comentario

Rosa Matilde Nieto -

En ocho días Santos y Uribe han arrastrado al país a niveles máximos de decepción y euforia. En este duelo de titanes, Santos continúa mostrando sus habilidades como ajedrecista. Los colombianos, espectadores de este circo romano, seguimos atentos de cual será la próxima jugada.