La columna
¿Para qué demonios se escribe un par de columnas a la semana? Una primera razón, por dinero. Muy loable. Pero si no es por dinero, para qué. Una de dos, o se es un desocupado o un publicista de sí mismo. Pero tal vez la razón no sea lo que más importe. Lo que en cualquier caso vale es el efecto. Nadie escribe una columna sin pretender un efecto. Una columna es un golpe de opinión. Así creo que debe ser.
Pero que así deba ser no quiere decir que así sea. En el océano de opinión que se mueve en la red, que a uno lo lean es un milagro. Habrá siempre alguien que lea, quizás sea el último consuelo. Como tal sería un motivo valedero para seguir escribiendo.
Pero hay otro motivo, el de la memoria. Un serial de columnas equivale a un diario de opinión. Un registro del tiempo en que se escriben las columnas. Que mal o bien refleja la forma como el columnista hace parte de ese tiempo, y da cuenta de él.
El análisis de circulación de una columna se puede comparar con el de un video viral. La viralización tiene tres líneas, lo catastrófico, lo supergracioso, o lo sorprendente. La columna se mueve en tres niveles. El del escándalo local, municipal, con personas que todos los lectores conocen. El de opinión nacional e internacional sobre cosas que conciernen a todos, pero no interesan a todos. Y las columnas especulativas, típicamente editoriales, en donde el columnista divaga con prosa, o sin prosa, por entre los andurriales de la condición humana.
Desde luego que es más atractivo para la mayoría de lectores enterarse de la garrotera en la esquina, que del impacto de la inflación en el empleo, aunque el empleo tenga que ver con todos, y mucho menos, si al columnista se le ocurre hablar sobre las trampas semiológicas.
La única desgracia del que escribe por dinero, a través de un medio con circulación efectiva, es que su columna necesita incluir la promoción, bien por los temas, las indiscreciones, el estilo, el amarillismo, o la inteligencia. Un columnista que no logra una de las gracias editoriales, está muerto. Y más le vale al medio despedirlo.
En fin, escribimos columnas por un reconocimiento las más de las veces tacaño, y por otros motivos confesables, que nos convierten en las víctimas regulares de la escritura de opinión y políticamente correctas.
Deberíamos comenzar a hacer anticolumnas.
2 comentarios
fernedy yonda -
SIMONA VERGEZ -