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Alberto Rodríguez

Plenilunio

Plenilunio

Don Antonio Muñoz Molina, un novelista clásico con diez  novelas en su haber. Si por novelista clásico entendemos el que domina la técnica de la profundidad, el personaje y la lentitud. Construye los personajes como si estuviera buscando petróleo. Con la lentitud con que se avanza en la profundidad pétrea de la tierra.

Construye tres personajes: el inspector, la maestra de escuela y el cura rojo. Les explora el pasado, sus motivos, sus miedos, los hábitos, sus relaciones.

El lei motiv es un doble crimen que comete un vendedor de pescado, maniático sexual, que asfixia a sus dos víctimas introduciéndoles sus propias bragas en la boca. El hilo que jalona la historia es su búsqueda. El inspector a falta de indicios conducentes, está convencido que lo hallará mirando a todos los hombres  a los ojos, los del asesino lo delatarán. Una creencia tonta, desde luego. Si los criminales se delataran por la mirada, la ciencia criminal vendría sobrando. Aun así, el truco supremo de la novela, está en la invisibilidad. Cuando se comete el segundo crimen, del que no se sabe cómo fue que la víctima logró sobrevivir, el inspector logra cerrar el círculo informativo, nada para los medios, no hay noticia, el hecho nunca sucedió. El asesino, del que el narrador nos da cuenta durante la comisión del segundo crimen, avanza en cámara subjetiva mientras arrastra a una niña de doce años a punta de navaja, por toda el pueblo, hasta un parque oscuro y solitario. No resistió que lo ignoraran. Fue tal el silencio mediático, que alcanzó a creer que no la había matado, así que para comprobar si en efecto hay un cadáver, regresa a la escena del crimen.

El narrador es un coordinador de los focos con que se ilumina la historia. Pone la luz exterior e interior con toda precisión sobre cada uno de  los personajes, los muestra en sus lados oscuros, en sus claroscuros, sus sepias y su multicolor. Bucea en sus aguas profundas y en sus meandros. El narrador es un depredador omnisciente que, no obstante, salta de un personaje a otro con gracia y armonía narrativa.

Plenilunio es una novela donde no sucedan muchas cosas, porque no es una novela como las que escriben los periodistas, a la manera de Stieg Larsson. Es una novela donde las cosas que suceden, son pretextos para mostrarnos la densidad humana con que se mueven, piensan y hablan los personajes.

Plenilunio propone un delito sexual como telón de fondo, para sobre él destacar a los personajes. Importan más el inspector y el asesino, que el delito mismo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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