El guardián entre el centeno
“Muchas veces me imagino que hay un montón de niños jugando en un campo de centeno. Miles de niños. Y están solos, quiero decir que no hay nadie mayor vigilándolos. Sólo yo. Estoy al borde de un precipicio y mi trabajo consiste en evitar que los niños caigan a él. En cuanto empiezan a correr sin mirar adonde van, yo salgo de donde esté y los cojo. Eso es lo que me gustaría hacer todo el tiempo. Vigilarlos. Yo sería el guardián entre el centeno. Te parecerá una tontería, pero es lo único que de verdad me gustaría hacer”.
El libro mítico que ha vendido más de 60 millones de ejemplares en todo el mundo, hoy ya no se vende, porque cualquiera lo tiene en su ordenador. Creo que es un libro que ha sido sobrestimado. Su gracia es que el protagonista tiene quince años y habla en primera persona. Holden Caufield, protagonista, se convirtió en el antihéroe por excelencia de los adolescentes de la guerra fría, que vieron en Caufield un crítico feroz contra la escuela, la familia y la moral de los cincuenta. Caufiel no envejece por esa eternización de la obra, que todavía, le sigue diciendo algo a los adolescentes del siglo XXI.
Holden Caufield, como protagonista del Guardián, significa mucho todavía, él, como personaje que se autoconstruye, porque tiene más peso, guarda más memoria que la novela como tal. El personaje remontó la novela y quedó engarzado en el cielo contestatario de la juventud. Más que una “novela de culto”, esa zalamera expresión tan utilizada por los medios, el Guardián, representa un “personaje de culto”, en tanto encarna la idealización de la revuelta contra los adultos. Un tema que siempre será popular entre los chicos.
El relato es casi nimio, un chico de quince años que se vuela del colegio para pasar tres días en Nueva York antes de aterrizar en su casa. Parece un cuento largo; sin arabescos; sin mayores virtudes literarias; aburrido por momentos; lineal y obsesivo. Todo lo que cuenta lo rememora desde un hospital psiquiátrico.
John Hinckley, que intentó asesinar a Ronald Reagan en 1981, declaró que se había imbuido con Caufield desde el colegio. Mark David Chapman, el asesino de John Lennon en 1980, lo cito para explicar su acto.
El otro lado, extraliterario del Guardián, es el halo de misterio que rodeó a su autor. Tras la publicación del libro, huyó y se refugió en una cabaña, como Toreau. El libro se publicó en 1951, y su primera traducción al español se produjo diez años después, con el título de El cazador oculto. En otra traducción, la de 1971, apareció con el nombre del Guardián, que ha sido criticado por los lectores norteamericanos. Sólo concedió una entrevista, en 1974 a The New York Times y por vía telefónica, para defender su vida privada. "Hay una paz maravillosa en no publicar. Es pacífico. Tranquilo. Publicar es una terrible invasión de mi vida privada. Me gusta escribir. Amo escribir. Pero escribo sólo para mí mismo y para mi propio placer", dijo Jerome David Salinger.
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