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Alberto Rodríguez

Riverside

Riverside

No es fácil aceptar que Harold Trompetero, famoso por su risa, sea el mismo director del Paseo y de Riverside. Aunque quizás todo director tenga el derecho de mamarse gallo y mamárselo al público que paga complacido para que le mamen gallo. “Yo pienso que la creación es un proceso de experimentación completo en el que uno trata desde diferentes puntos la naturaleza del ser humano, de cómo se refleja y cómo vive. A veces se llega a la comedia, al drama o a la tragicomedia. Con Riverside  las circunstancias se dieron para que fuera una cuestión muy dramática, pero que en el fondo tiene un dulce sabor a comedia”. Dice Trompetero.

Hay un designio manifiesto en el trabajo de Trompetero, no repetirse. La prueba es que cada película es una cosa distinta, nueva. Riverside  es una película como jamás la había hecho, es – dice - su opera prima, “siento que por primera vez aplico todo lo que he aprendido en este tiempo de trabajo”.

Es una película sobre inmigración, pero también de amor y subsistencia. Esas tres irrebatibles condiciones que provocan al alma retada del espectador. Más de amor que de desplazamiento. Amor en el extremo de la subsistencia, en un mundo como el de Nueva York, que Trompetero no alcanza a mostrar en su bruta crudeza, deliberadamente empañada con el aire de ese “dulce sabor a comedia”.

Se rodó bajo los puentes de Manhattan en pleno invierno con temperaturas bajo cero. 16 días con sus noches gastaron en la producción de bajo presupuesto. La mayoría del equipo era de inmigrantes de diferentes nacionalidades. Una película que contó una historia que a su vez se estaba viviendo.

La película se terminó a finales de 2007, pero antes de sacarla se llevo al Festival de Cine de Shangai, el Cannes de Asia. Estuvo en el Festival de Cine de Oaxaca, se presento en el Festival de Cine de La Habana. En Colombia, una vez estrenada, pasó más o menos desapercibida bajo la discreta mirada de los espectadores y con alguno que otro buen comentario.

Vuelve Trompetero:” Es la primera películas en la que dejo a un lado la experimentación y me dedico a hacer un proyecto dramatúrgico convencional guardando los cánones del cine normal, plantear un fenómeno ciento por ciento dramatúrgico con una narrativa muy del común. Uno piensa que hacer cosas dentro del estándar es fácil pero cuando se enfrenta a hacerlas se da cuenta que lo más difícil es manejar el estándar de manera sorpresiva y creo que Riverside lo hace de esa forma. Es como mi primer tiro, como decir que es mi primera película realmente y espero seguir dando tiros así y de pronto otros que no”.

Lynn Mastio Rice es una señora actriz, de New York,  que ha trabajado en Broadway. Tiene la mirada profunda y generosa de las rusas maduras y una voz inolvidable, de acentos bajos y timbre grueso. Diego Trujillo, un señor actor colombiano, dice que lo más importante de la experiencia para él, fue que en la medida en que su personaje, un rico colombiano arruinado en New York, comenzó a ser mendigo en unas condiciones supremamente duras (la calle, el frio, las dificultades, la noche) él mismo se hizo un homeless. Las condiciones se le dieron para que con un inglés acentuado pero bueno, hiciera un personaje completamente creíble y lleno de matices. La escena de su traba con la puta en el banco del parque es de una inocente ternura, memorable.  

 Los personajes encontraron sus actores. Trompetero encontró una forma sostenida de contar su historia. El relato encontró el tono justo, en que debía ser contado, y en el que la patria, llama de allá, muy lejos, bien de Barranquilla, bien de Rusia, de una manera que le pone un poco de color a la inmigración, un poco de amor a la desgracia y un tono de dura  belleza a la tragedia.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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