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Alberto Rodríguez

Los tocables

Los tocables

¿La mafia es derrotable? ¿Ha sido derrotada alguna vez? ¿Es históricamente eliminable? Son las preguntas estratégicas. Es decir, las que no se hacen ni los políticos ni los gobiernos. Porque ante un contundente no, como respuesta, sería necesario redefinir toda la estrategia global de lucha contra el narcotráfico.

Lo de México - hoy - es una reactualización de la Sicilia de fines de siglo, la Chicago de los veinte, la Buenos Aires de los treinta, el New York de los cincuenta, el Hong Kong de los sesenta, la Medellín de los ochenta. La costa mediterránea española de fines de siglo. Y aún así, lo de México está por debajo de la mortalidad asociada a la violencia, en Honduras y El Salvador, en Venezuela, y por debajo de Colombia, con 14 eliminados por cada cien mil habitantes.

Una de las características de la mafia es que necesita Estado. Compra policías, jueces, concejales,  investigadores, ministros, presidentes. Y los compra barato. El Estado en sus diferentes ramas, a través de muchos de sus agentes, ha cooptado con la mafia. De no haber sido así, el combate contra la mafia, se habría hecho con el espíritu indoblegable de Los Intocables. Pero no, en México como en Colombia, hay demasiados “tocables”, suficientes para hacer dudar del éxito de la guerra anti-mafia.

Terminaron de presentar en TV, a trancas y mochas, una serie titulada La reina del sur, basada en la novela de Arturo Pérez Reverte. En una de las líneas de la historia, se trata de la candidatura presidencial de un capo de la mafia, Epifanio Vargas. Lo que en 1994 sucedió en Colombia. No es una ficción. Ha pasado y sigue pasando. Uno de los cómplices de Samper en el 94, es hoy gobernador de Santander y Samper sigue opinando. Y todavía pone ministros, como el último de Justicia, nombrado por Santos.

Lo de México, es tal vez una de las escenificaciones más macabras, con más imagen, más patetismo, más red, de las que conocemos de intriga mafiosa. El mercado es tan bueno que varios carteles se lo disputan. A partir de este año, los muertos se dejaron de incluir en las estadísticas. El Centro de Inteligencia de México, dice que el 50% del territorio y la población está fuera del control. Otros comentaristas, hablan del fracaso total de las iniciativas de Calderón y de la cooperación norteamericana. Aun la Marina y el Ejército apoyando a los Federales, la lucha no se gana. ¿Qué haría pensar que con infantería de marina, se pudiera derrotare la simbiosis criminal entre el Estado y la mafia?

El caso de México representa el fracaso de la política anti mafia de Calderón y de Obama. Una equivocación a tal punto, que contingentes de arma movilizados a México por agentes federales de USA, terminaron en manos de la mafia. Y si ha fallado el sistema de cooperación con la DEA, el control de armas, la reducción del crimen, la operatividad de la mafia, habrá fallado el sistema global.

Vicente Fox le ha pedido al gobierno de Calderón, que consideren la opción de hablar, de negociar con la mafia. La respuesta del estado es rotunda: ¡Negociar jamás! Por encima de la mesa, deberá aclararse.

La guerra con la mafia se está perdiendo en México, como se ha perdido en todos los demás países, en donde la cohabitación llevó a  reducir los niveles de escándalo homicida, que en México son obscenos, y además condujo a una repartición más diplomática del botín. Y la guerra se ha perdido, porque no se quiere ganar. Porque en vez de quebrar el negocio, se ataca el tráfico y el consumo. Tal como están las cosas hoy, no es posible ganar la guerra contra la mafia.

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