Una ministra lesbiana en el circo de los homofóbicos
La “ideología de género” es el punto caliente. Un debate que nos llegó de afuera, y que los asesores del gobierno, los de Naciones Unidas, como los de Colombia Diversa, le vendieron al Ministerio de Educación, como soporte para promover la convivencia escolar inclusiva entre personas de distinta orientación sexual.
El término “ideología de género” se lo inventó una señora californiana, Christina Hoff Sommers, nacida en 1950, en el condado de Petaluma. En su libro ¿Quién robó el feminismo? aparecido en 1995, recusa ”el feminismo de género”; ella se declara “feminista de equidad”.
La “ideología de género” dice que una cosa es la sexualidad biológica, y otra, la sexualidad cultural. No hay unidad entre lo biológico y la cultura, tratándose del comportamiento sexual. Traducido quiere decir: biológicamente se nace hombre, mujer o hermafrodita. Pero culturalmente se da que en los cuerpos de algunas mujeres hay hombres, y en los de algunos hombres hay mujeres, y en los de los hermafroditas, hombres y mujeres. La diversidad de conductas sexuales aprendidas en las relaciones de las personas entre sí, es tan grande, que tiene que proponerse como un asunto de derecho constitucional. La Corte ordenó al Ministerio que se asegurara que los manuales escolares estuvieran garantizando la inclusión, la equidad y la convivencia, entre estudiantes de diferente orientación sexual.
La sola expresión “ideología” revela una dimensión del asunto que lo hace naturalmente conflictivo. Y no precisamente porque la diversidad sexual en toda la gama haya aparecido hoy. La diversidad viene desde que hay hombres y mujeres, solo que en el pasado, el desbalance entre biología y cultura, fue un asunto siniestro, mágico, satánico, tabú, maldito, proscrito, pecaminoso, monstruoso, que la sociedad en su conjunto siempre tapó, como si fuera caca de gato. Porque en efecto, les olía mal. Solo hasta ahora, en el mundo, se pone la diversidad en la agenda de las ideologías y en la agenda de los derechos. Y en consecuencia, que la sexualidad (cultural y biológica) se explique como una construcción, una elaboración de la cultura.
El asunto se filtró sin digestión, sin criterio, sin olfato político, sin análisis del momento, en las dos publicaciones contratadas por el Ministerio de Cultura. Una guía para el diseño y formulación de las guías de convivencia escolar, y una cartilla con preguntas orientadoras que deberían servir de herramienta para manejar criterios inclusivos en la formulación y ajuste de los manuales de convivencia.
La forma como se escribieron los documentos contratados por el Ministerio, la forma de su evaluación, el protocolo de seguimiento, aprobación y publicación, no deja para nada bien parada la gestión de Gina Parodi en el Ministerio. Ella tiene todos los argumentos para emprender un proceso que asegure la inclusión de los miembros de la comunidad escolar. La adopción de los manuales es del resorte exclusivo de las instituciones educativas, y su revisión y acompañamiento, corresponde a las Secretarias de Educación.
No es que Gina haya equivocado la política, los procedimientos, las iniciativas, se equivocó en el manejo. Le faltó tacto, olfato, para introducir un auténtico debate ideológico en el seno de la Escuela atrasada, con baluartes en la derecha homofóbica, la Procuraduría, el uribismo y las iglesias.
El Santico dijo no saber qué era la ideología de género, la Ministra dijo que nada tenía que ver con el documento publicado por las Naciones Unidas, aseguró que su publicación se hizo sin autorización del Ministerio. Cuando los prelados que lo visitaron en Palacio le explicaron de qué se trataba y cuál era su desacuerdo, él dijo que tampoco estaba de acuerdo, y que por tanto los documentos no van. Que el Ministerio, para tranquilidad de todos los homofóbicos, no le va a pedir a los niños que vayan vestidos de niñas a la Escuela, como tampoco a las niñas que vayan vestidas como niños. Y naturalmente se defendieron, diciendo que todo obedece a una “manipulación inconfesable”, un ardid desinformativo, que se atiza desde la Procuraduría y el uribismo.
Y como si fuera todo, el uribismo pegó a la protesta de los padres y sus asociaciones contra la “ideología de género”, la campaña por el NO. Lo cual, y por anticipado, le pasa los costos políticos de los manejos de Gina, al Presidente.
En eso terminó el debate de ideología del género. ¿Cuántos años más vamos a tardar en introducir el derecho a la diversidad sexual en las escuelas, tras haber chamboneado con maestría en el manejo delicado del tema en ambientes escolares?
Si el Cardenal cañizares equipara la "ideología de género" con "la ideología nazi", sugiero que la próxima Ministra de Educación sea Brigitte Baptist. Ojalá antes del plebiscito.
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Sebastián -