Gobernar debería dar cárcel
La vieja consigna anarquista, “gobernar debería dar cárcel”, encontraría en Bogotá la ciudad perfecta dónde hacerse efectiva. Tal como se ha hecho con algunos de los lugartenientes, intermediarios, funcionarios, revisores, gerentes, concejales y contratistas, que se enrolaron en el “proyecto de ciudad” que el alcalde Samuel Moreno – alias La Doctora - y su hermano, Iván, - El Jefe -, idearon para su cuatrienio, y que no fue, ni más ni menos, que una conspiración, completamente orquestada, de corte mafioso, para tomarse la administración del DE de Bogotá desde adentro. Y que hoy tiene al Jefe en la cárcel, y a La Doctora, ad portas.
Los inversionistas de la campaña, Emilio Tapia, Álvaro Dávila y Julio Gómez, hicieron un pacto en Miami con los Moreno para repartirse el DE. En el que el IDU jugaba el papel de joya de la corona. Planificaron el asalto a los recursos públicos, se dividieron la administración, montaron oficinas paralelas, pusieron un negocio privado de venta de contratos, amparado por un sistema sofisticado de comisiones. Desde luego en la conspiración participaron senadores, representantes y concejales, gente de los Ministerio y de Presidencia, que todavía no han sido desencuevados.
Lo del tramo 4 de la Fase III de Transmilenio, fue que Julio Gómez, les hizo creer a los Nule que iban ser descalificados en la licitación, y como él era tan cercano al IDU, se ofreció para que se lo asignaran a ellos. Les cobró apenas 1500 millones. Tuvieron que aceptar un sub-contrato que el mismo Gómez les consiguió, para pagarle el favor. Como quien dice, por efecto de la conspiración, defraudaban al Distrito, para asegurarle a los Nule los recursos de pagar el favor.
Políticamente hablando, los mayores cómplices de la conspiración fueron los uribistas de la U, en el Consejo y la Administración. El Polo Democrático fue el bobo útil, de la operación, un tarado político que sirvió de parapeto. Don Honesto Samper, a través de los buenos oficios de Jaime Dussán – hoy precandidato a la alcaldía de Bogotá – consiguió que el Polo recibiera a los Moreno, que venían del anapismo – un cadáver insepulto que seguramente muchos jóvenes no han oído nombrar –, gracias a lo cual los Moreno llegaron al Senado y Samuel a la Alcaldía. Una vez suspendido por orden de la Procuraduría, Clarita López lo reemplazó en el cargo. Su antigua Secretaria de Gobierno, que los defendió hasta último momento, en una perversa modalidad del espíritu de cuerpo, por la cual el Polo ni vio, ni sintió, ni quiso ver, la conspiración, la emboscada ciudadana de la que fue víctima Bogotá. Si hay algo que investigar, que sea la justicia la que investigue, dijeron los amarillos, nosotros – aun sin participar de las ventajas de la conspiración – no tenemos autoridad para investigar a los Moreno. Justamente hoy la comisión central del Polo, se reúne para estudiar, entre otras cosas, su expulsión.
Hoy, a cuatro meses de las elecciones, el uribismo sin candidato propio, ha debido sonsacarse a Peñalosa de los Verdes, que se prestó para la jugada – ¿el fin justifica los medios? – y de paso se “cargó” al Partido, con Garzón y todo. Mockus salió con su trasero por la puerta de atrás con el trasteo, en un camioncito de alquiler. Está inhabilitado para ser candidato. Los liberales tienen dos pimpollos, aprendices de brujo, Galán y Luna. Entre los dos no hacen uno. Doña Gina Parody, después de haber ido a purgar una merecida expiación por su execrable pasado uribista, regresó con cara de independiente, con discurso de independiente y con gestos de independiente, a disputarse la alcaldía. Petro, con un movimiento ciudadano recién creado, gozando de las ventajas de haber separado cama con el Polo, aparece primero en las encuestas. Si alguien vino a sacarle jugo al andurrial en que se convirtió la colcha de retazos del Polo, por cuenta del oportunismo político y la falta de visión, fue él. El Polo está como estaba Uribe, sin candidato. Y los que suenan son un Señor Tarcisio, que no solo tiene nombre de mamerto, sino que viene de allá, y el Señor Dussán, la cuota del samperismo en el Polo.
Cualquiera que sea el alcalde, tiene un primer y definitivo compromiso contra la corrupción, contra un monstruo de siete cabezas que le succiona los recursos de desarrollo urbano a la ciudad, asaltándola concertadamente a través de una mafia. Que de no poder ser identificada, capturada y procesada, haría que la Bogotá de los próximos años, tuviera que ser declarada una ciudad inviable.
No sé si Bogotá se merece a los conspiradores Moreno. Pero de lo que sí estoy seguro es que los Moreno no se merecen a Bogotá. Y dudo, que como todas las estirpes, tengan una segunda oportunidad sobre la tierra.
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Mareña -