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Alberto Rodríguez

Negra espalda del tiempo

Negra espalda del tiempo

Javier Marías, peso pesado español de la novela. Publicó en 1989 Todas las almas, premio ciudad de Barcelona. Es un hombre de 16 novelas, un par de libros de cuentos y una traducción ejemplar del Tristram Sandy. Tiene sus obras publicadas a veinte idiomas y es hijo de un filósofo, Julián Marías.

En el capítulo final dice “no creo que esto vaya a ser una historia”. Como colofón a la descripción de su método de escritura “sin motivo ni apenas orden”. Así que el libro no es recomendable, para quienes vayan por una novela. Ni siquiera se le parece. Es un libro que en la contratapa de la edición de Alfagura, 1998, dice que es una “falsa novela”. Falso, no es una novela, ni siquiera falsa. Tampoco es la anti-novela de los franceses. La falta de motivo, de dirección, de ánimo para escribir, no es la misma. Que en el caso de aquellos, debería haber terminando con las anti novelas en el cesto, en vez de haberlas puesto en la mesa de los editores.

¿Entonces qué son esas cuatrocientas páginas que se dejan leer? ¿Un ensayo narrativo? El asunto del ensayo sería el problema más complicado de la estética, el del tiempo, el maldito tiempo, al que él aplica su gracia. Y que en el ensayo se presenta comprimido en una expresión que proviene de Shakespeare, “el revés del tiempo, su negra espalda”.

¿De qué se trata? El opuesto - revés - de algo tiene tres posibilidades de ser: algo distinto, como la cara del sello, algo igual como un auto o un avión, o algo anti simétrico, como el mundo al otro lado del espejo que encuentra Alicia al traspasarlo. Así que el tiempo de tener revés, lo sería en un des-tiempo, un contra-tiempo o un anti-tiempo. En la intersección del tiempo que ya fue, que está siendo, y que será, Marías se instala armado de largas y entretenidas anécdotas, que pareciera hilar casi al azar y de las cuales él mismo hace parte, ya no sabe si como autor o narrador, en el supuesto de que fuera el mismo.

       El problema del tiempo que se propone narrativamente, y que desde luego no resuelve con sus conjeturas especulativas, lo llevan a un segundo problema, la diferencia entre el tiempo real y el tiempo de la ficción. Comienza declarando que no ha confundido todavía ficción y realidad, aunque “si las he mezclado en más de una ocasión como todo el mundo”. Pero termina aceptando que de hecho ha tenido que confundirlas, para proponerse, más a la manera de un ensayista, un problema, cuya resolución pasa por un círculo vicioso ontológico, el de la negra espalda del tiempo.

Es un ensayo con relato, en el cual con una prosa sostenida, Marías le permite al lector no naufragar en los mares de Santa María la Redonda, de la que llegó a ser rey, por gracia de ese revés del tiempo, esa espalda, negra, que confunde sus sentidos. Insuficiente referencia para saber si la dirección del tiempo en la historia, va de atrás hacia adelante, o al revés.

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