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Alberto Rodríguez

La dignidad del comercio

La dignidad del comercio

Monseñor Uribe se jactaba de que había hecho valer la dignidad por encima del comercio, en su litigio con Venezuela. Dignidad que nos costó medio millón de empleos, un punto del PIB, caída de las importaciones del noventa por ciento, crispación de fuerzas y agrietamiento de la unidad continental. Cosas muy menores, comparadas con la dignidad de la seguridad democrática.

La prosperidad democrática del Santo, a la luz de los hechos acontecidos desde el momento en que es él el que da las órdenes, ha cambiado el rumbo. Ahora el Santo y su Canciller se van a tragar los sapos de la seguridad democrática, van a bajarle tensión a la reclamación, renuncian a la verificación, desinflan la “espectacular denuncia” en la OEA, aceptan a la Unasur como garante suficiente y como palabra de estado, deben aceptar que Venezuela ni patrocina, ni alberga, ni apoya a los grupos terroristas colombianos. Bendito sea el comercio, que no ata a ninguna de esas dignidades. La “tercera vía” prefiere el comercio.

Para completar la escena, hace dos días, la Corte Constitucional echó para bajo el acuerdo de Colombia con USA para la utilización de siete bases colombianas. Fue un acuerdo que no pasó por el examen del Congreso. No tiene validez. Mico-mandante podrá respirar mejor, así no le guste el Santo. Del que ha hecho el siguiente cuadro: aristócrata santafereño, de familia dueña de medios, mafioso, belicista y un peligro para la región. Todo lo contrario a él, salvo en lo de ser un peligro para la región. Aún así hay que ir a Santa Marta a estrecharle la mano, a decir que cree en su palabra, para activar todos los mecanismos de restablecimiento binacional.  Todos son potencialmente un peligro para la región.

Hay beneplácitos mutuos. Santos dicen que es “pragmático”, lo que significa que no le importa la dignidad, que le importan los negocios, le gustaría que le pagaran a los industriales colombianos la cartera pendiente, le gustaría que le abrieran el mercado, que se abrieran las fronteras, que dejaran tranquilo al contrabando. Mico-mandante necesita regularizar las relaciones para las elecciones, necesita el mercado colombiano, bajar costos de importación, abastecer las tiendas y reducir las tensiones.

Se necesitan. ¿Cuánto va a durar la luna de miel entre el par de zorros? Es la pregunta que se hacen quienes creen conocer a Mico-mandante. Hay quienes se preguntan si la actitud diplomática frente a Venezuela, del gobierno del Santo, no equivale a enmendarle toda la plana a Monseñor. Que Mico-mandante sea más amigo de las FARC que de los aristócratas santafereños, ya no será un asunto capital para definir el curso de las relaciones.

Al desideologizar las relaciones con Venezuela, el gobierno del Santo está sacando de la agenda a las FARC, con el claro objetivo de liquidarlas por dentro. No es peleando con Mico-mandante, sino reduciéndolas militarmente, como se maneja el asunto con Venezuela. Pero a diferencia de las épocas de Monseñor, el péndulo después de ocho años, regresa al punto donde se abre la puerta a las conversaciones. El Santo sabe que no es lo mismo conversar con las Frac hoy a hace ocho o seis años. Y además, está seguro, que militarmente seguirá en ascenso.

Yo me pregunto: ¿La distancia que toma el gobierno del Santo frente al de Monseñor, es pactada, o resulta de una división política de fuerzas en la coalición de gobierno, frente a las relaciones Chavez-Farc?   

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