Blogia
Alberto Rodríguez

El círculo de la U

El círculo de la U

 Uribe es Uribe y Santos es Santos. Pero entre uno y otro fluye la complicidad de un mismo proyecto de poder, que Santos se atrevió a teorizar como el de la “tercera vía”. El proyecto co-administrado de guerra de la seguridad democrática es el común rasero, el talante, el alcance, el hígado  de la Seguridad Democrática: el proyecto de refundación de la patria, que sirve a tipos como Uribe y Santos y a todos sus socios en el poder. El proyecto de Uribe, ya lo vimos durante los aciagos ocho años, es una conspiración. Hizo todo lo que un gobernante hace para sostenerse en el poder: utilizar “todas las formas de lucha”. 

El proyecto de Chucky se abre con el espectáculo reconciliador, unitario, patriótico, de la “unidad nacional”, que consiste en abrirle la puerta a todos, y a todos es a todos, incluyendo al PIN PAN PUN, alianza que Micomandante ha tachado de mafiosa.

Todos los derrotados de pasado uribista se deslizaron como pedestres batracios al círculo de la U. Los conservadores disecados y los tecnocráticos, como Uribito. Noemí se precipitó – le conviene hacerlo, quién quita que le den la embajada en Ecuador – en medio de airadas y chistosas reclamaciones de acuerdos programáticos. A Pardito, los liberales se le habían ido desde antes de la primera vuelta, los que quedaron adhirieron apenas se conoció el ganador. Pardo regresó de donde había salido: el uribismo. El papel del pereirano marrullero es ofensivo. Habiendo sido completamente derrotado, adhiere al vencedor, pidiéndole que prescinda de la cultura del atajo, que reconozca que no todo vale. Uribe debió haberle roto la cara, marica. Como si hubiera alguna diferencia entre el uribismo, que a Gaviria le parece un asco, y el santismo, un círculo de poder que le abre los brazos antes de su muerte política. Como si ambos proyectos hermanados por el sentido de la seguridad democrática, no se hubieran hecho valer justamente por coger los atajos. El “todo vale” es el común esquema de poder. Varguitas, derrotado, no tuvo otro camino, que unirse al contrario, comerse los sapos, explicando que todos los puntos de su programa serán adoptados. Él también cabe, porque como Pardo, está regresando a donde salió.

Adentro ya estaban todos los demás, medios, empresarios, bancos, terratenientes, intermediarios, la casta uribista empoderada, y el círculo de la U. Todas las banderas azules y rojas pueden venderse al mejor postor. Con la entrega el partido liberal y el conservador terminaron sus días. Existirán solo como clubes asociados de poder en el Congreso y en el Ejecutivo.

Hoy, un par de días después haber accedido al poder, Chucky terminó absorbiendo el viejo partido de su tío abuelo, Eduardo. Se chupó los trapos rojos desteñidos por el 8000. Se fagocitó los últimos restos del conservatismo, el humus del parasitismo del poder. Son curiosos los godos, estaban en el poder, se salieron para presentar alternativas distintas al uribismo, los derrotaron como se sabía y luego regresan al uribismo en manos de Chucky. Hubieran podio ahorrase toda la vuelta, y habrían seguido por solución de continuidad. Todos los que entran son socios muy menores. Entre todos representan menos electores que los verdes. Son unos despojos que van a comer a la mesa de quien los derrotó. 

En el Congreso, los acuerdos que no fueron posibles durante la campaña, entre amarillos y verdes, tendrán que pactarse por necesidad. Son un grupúsculo de no más de 15 personas, que tendrá la tarea, de representar bien a cinco millones de personas que votamos por ellos.

0 comentarios