Sexo, elecciones y mentiras
La red colombiana de líderes en salud sexual y reproductiva, le formuló a todos los candidatos presidenciales, ocho preguntas sobre las consecuencias de la forma como tiramos los colombianos, especialmente los jóvenes. La última pregunta dice: “Se calcula que en el último año ocurrieron alrededor de 180.000 abortos provocados en adolescentes. ¿Qué opinión le merece esto?”. La pregunta, entre líneas, les preguntaba: ¿qué opina usted de la legalización del aborto?
Uribito dijo que el aborto en las adolescentes afecta su vida y la de las personas cercanas. “… es una irresponsabilidad en el ejercicio de la sexualidad” (sic). Las adolescentes tienen la culpa, son irresponsables, tiran y luego quieren abortar. La legalización sería un premio para ellas.
Peñalosa, dijo seriamente, que el tabú sexual impide la educación sexual que contribuiría a evitar los abortos. Nos dejó saber, que los abortos son lamentables. Sería la primera vez que una campaña de salud pública saliera a cazar tabús para evitar el aborto. ¿Pero dónde están los tabús? La cabeza del tabú a cambio de la legalización.
Fajardo, el matemático de las elecciones, dijo que los abortos clandestinos son un fracaso de la sociedad y el Estado. Mientras no ofrezcamos programas atractivos las cifras seguirán siendo altas. ¿El aborto universal no es lo más atractivo? Si la sociedad no puede impedir los abortos clandestinos, como no puede impedir la violencia o el narcotráfico, por una vez debería ser generosa, y proponer la iniciativa.
Vargas Lleras – genio bendito – invita a las jóvenes a abstenerse, para evitar el aborto a toda costa. Dice que aún en el caso de la aprobación del aborto universal, este debe evitarse tanto como sus causas, la tiradera. Evitándolo derrotamos a las abortistas. Los hijos hay que tenerlos. ¿Qué es eso de estar matándolos? Hay que introducir criterios éticos y médicos para evitarlo.
LiberaLucho dice que el asunto se arregla con campañas de comunicación y “estrategias de socialización”. No se necesita moral, sino informática, para evitar que algo tan lamentable se siga produciendo. Bueno, al menos uno de los candidatos, está contra el moralismo reproductivo. Pero, como buen liberalucho, se cuida de mencionar la legalización, porque calcula que eso le resta votos.
Antanas, el filósofo urbano, dice que es un problema grave. Se necesita educación sexual. “Políticas de promoción de vida sostenible”, que en derecho, apuntarían a la protección de la autonomía de las adolescentes para decidir qué hacer con su cuerpo. Pero tampoco – a pesar de la autonomía - una palabra sobre legalización.
La bruja de la Marta Lucía – ex de la defensa de Monseñor – que no podría ostentar peor pasado burocrático, también tiene su yocito. La solución – dice la Señora, que hace días pasó la edad reproductiva - está en “reorientar las estrategias de educación”, acercando a los actores más cercanos a la juventud “para socializar el ejercicio responsable de la sexualidad”. Se le olvidó decir, que los actores más cercanos a las adolescentes, son los que se las comen sin condón.
La ex embajadora en Londres, dijo que “el aborto no se puede convertir en método anticonceptivo”. Ignora que ya lo es. Hay que darles educación a las adolescentes, para que como piensa Antanas, tengan información que les permita tomar buenas decisiones. Las adolescentes tienen que ser responsables, con lo que de paso sabotean la legalización.
Petro eludió las preguntas embarazosas. Él también sabe que se pueden perder votos. Prefiere el silencio a la retórica de campaña, atestada de estrategias, socializaciones, tabús, educación, ética, responsabilidad y autonomías. Un catálogo pueril de declaraciones hueras, de palabrería de ocasión, de salidas por la tangente en tiempos de campaña. Todos se merecerían que las adolescentes los escupieran.
Ninguno cogió al toro por los cachos, ninguno fue valiente, ninguno acertó. Todos se escondieron en la generalidad de sus palabras, de sus lugares comunes morales, de sus tecnicismos sin imaginación. Todos prefieren oponerse a la legalización, aún sirviendo para salvar vidas.
No saben cuánto lamenté – caray - que el formulario no le hubiera llegado a Don José Galat. El candidato del más allá.
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