El acuerdo sobre lo fundamental
Pasadas las elecciones siempre se dice “ganó la democracia”, aunque no haya ganado. Las del domingo pasado nos dejaron percibir unos hechos que reconfiguran el mapa político en el posconflicto. De cuando ya las Farc no son el factor común de agitación en las campañas.
El partido liberal, que con Samper se había prostituido esencialmente, viene ahora con Gaviria a sellar su muerte política. Una pandilla de manzanillos y forajidos que se fueron a buscar alianzas por debajo de la mesa con Duque y Vargas Lleras, una pandilla sin dirección, sin escrúpulos. Y al frente un buen señor, que firmó el acuerdo de paz, pero que no era más que un candidato retórico. No alcanzó ni siquiera el umbral.
Vargas Lleras con toda la maquinaria, las 4G, las casas gratis, la vicepresidencia, la chequera oficial, la chequera de Sarmiento Angulo, los alcaldes, los gobernadores, la U, los empresarios y los contratistas, hizo el ridículo soberbio de las maquinarias. Y no es que no sirvan, es que se fueron con Duque. Le hicieron pistola al más soberbio candidato, que no fue capaz de hacer campaña con su propio partido. La U no le votó, los cristianos pusieron muy poco, el partido conversador se fue con Martha Lucía, a los alcaldes que pillaron haciéndole propaganda, los detuvieron. Es el castigo perfecto para un soberbio, que quizás no vuelva a tener jamás todos los astros alineados. De paso la campaña enterró al sargento Pinzón, de la entraña santista, que primero quiso ser presidente y después se conformó con ser el vice del gerente.
Sergio Fajardo se fajó, hizo una campaña limpia, trabajada, esforzada, reunió a los verdes y a los amarillos, ganó imagen, presencia, discurso, lo que se vio reflejada en votos, de hecho deja a Fajardo en el partidor del 2022. Podrían haberle ganado a Petro, pero dicen los de la Coalición Colombia que les faltó una semana. Crecieron a un ritmo que las encuestas ya no pudieron dar a conocer. El asunto ahora es, qué va a hacer la Coalición, de cara a la segunda vuelta. De principio no apoyarían a Duque, así que las opciones se reducen a apoyar o no a Petro. Queremos verlos acertar en la decisión política. El Polo, que hace parte de la coalición se dividió desde antes de la primera vuelta, Robledo enfrenta la peor amenaza a la unidad. La mitad del Polo se fue con Petro. Él desde fuera del Polo, del que alguna vez fue parte, le está ganando la pelea a Robledo. Si se hablan con Petro va a quedar claro que se necesitan, que es posible llegar a acuerdos, que lo que se está jugando bien vale decisiones inteligentes y generosas. Ganan ambos más, uniéndose que no haciéndolo. Quedan en un juego político que se encargaría del país. Todo lo cual, tampoco es garantía de que Petro llegue a la presidencia. Si no se van con Petro, tienen tres opciones: dar libertad de voto, invitar a votar en blanco o no votar. Que es lo que está haciendo Vlado con su ni ni. En cualquier caso, es lo menos inteligente, lo más soberbio, lo menos útil, pero ante todo lo más favorable para que Duque llegue a la presidencia con más ventaja, más votación, más legitimidad. ¿Se echarían a cuestas la responsabilidad política de ayudar a elegir al que dijo Uribe?
Si Robledo no quiere dejar hundir el Polo debe considerar con la mayor seriedad un acuerdo con Petro, a pesar de todo el pasado de diferencias políticas. Si Claudia López no quiere que los Verdes se precipiten en el limbo solitario del orgullo, si lo que busca es que se proyecten como fuerza política con margen de maniobra, no puede quedarse por fuera del primer proyecto político en el que Colombia no sería gobernada por los facinerosos del poder, los liberales y los conservadores y sus descendientes. Si de verdad creen que son el presente y el futuro de la política, que se han levantado contra el pasado del proyecto uribista, necesitan sentarse a hablar, alrededor de una botella de ginebra y llegar a un “acuerdo sobre lo fundamental”.
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