En las elecciones todo vale
Algunas cosas de bulto de las elecciones del domingo. Esas que en el lugar común periodístico “reconfiguran el mapa político”. En Colombia el mapa político cambia de manos entre las mismas pandillas de siempre, las que vienen desde 1819 hasta hoy, dos siglos apenas, en los que la tierra no ha hecho más que cambiar entre las mismas manos.
El gran elector, vicepresidente de la unidad nacional, jefe de CR, superministro de obras públicas, gerente nacional de infraestructura, dueño de una chequera billonaria que le arrebató al Ministro de Hacienda, un día en que se indignó por el retraso de sus giros. Yo también estoy harto del Ministro Cárdenas, de la Dian, pero no les arrebato ni un gesto. Con la política del todo vale le echó el zarpazo al mapa, coronó sus caciques, aseguró lealtades locales, afianzó complicidades y comprometió recursos. Con seguridad va a tener algunos énfasis en la distribución de la inversión nacional en obras. Su campaña comenzó. Si no le temieron a Uribe, témanle a Vargas Lleras.
A Angelino le llegó la hora de la retirada a sus cuarteles de invierno, en lo profundo de su patria boba. Monse habrá de sacarlo en sudadera al solar. Y entonces podrá dedicarse activamente a dictar sus memorias. Él, que no quiso ser olvidado. Espero que en el 2019 no lo tengamos de candidato a la alcaldía de Yotoco.
Los liberales, el pereirano Gaviria y el oscuro Serpa, promocionan el triunfo nacional y contundente del PL. Doce gobernaciones, cuatro liberales, y ocho compartidas. El espantajo rojo, erizado de victoria. Con personajes oscuros, como Didier Tavera y Luis Pérez. El partido de Honesto Samper. Cómplice de todas las porquerías que desde los partidos se le han hecho al país. Aliados del poder, chuparruedas de la U, el golem que Santos se hizo para sí, aunque sirviera para reelegir a Monseñor. Era la época en que era un buen muchacho y se prestaba para ser Ministro de la Defensa, la misma de los falsos positivos.
A Monseñor Uribe lo derrotaron en Antioquia y Medellín. Su orgullo de varón debe haberse resentido, quiera dios que Lina le haya puesto emplastos. El CD se redujo en proporción a su beligerancia de halcones y palomas. Tiene cien concejales y cincuenta diputados que no tenía. Y lo más importante se quedó con la gobernación del Amazonas. Lo de Antioquia y Medellín fue un efecto de encuesta. El líder previó que perderían, él fue el primero que supo que lo iban a derrotar en casa. Pero él también sabe que perder es ganar un poco. En Cali le apostaron a Armitage.
A Fachito Santos le permitieron un honroso cuarto lugar en la carrera por quedarse con el Palacio Liévano. Hizo lo que pudo, me consta, se gastó cuatro sudaderas de terciopelo durante la campaña. Pero fue que lo mandaron solo. Ahora ya puede regresar a casa, tomar un chocolate caliente, lavarse las manos e irse a dormir.
En Cali fue Armitage. Lo estuve viendo con atención en una serie de fotos publicadas en las redes y en los periódicos y le encontré parecido a Nosferatu, el de Herzog. Un alcalde que dice que no es político, completamente rodeado de políticos, que como pollos hambrientos le cayeron cuando Angelino se quedó dormido. Hay quienes dicen que se lo van a comer vivo. Otros dicen, no, Maurice sabe indignarse, cuando se encoleriza es capaz de llorar. Todos le van a cobrar la adhesión y él lo sabe. Ya veremos cuánto hará llorar la alcaldía y el Concejo, al empresario social que nos ha prometido seguridad e inversión social.
Y por último, el democrático caso de John Calzones. Un antiguo vendedor de bragas, hoy preso en la Modelo por urbanizador ilegal y testaferrato. Se lanzó por el movimiento Bendición a la alcaldía de Yopal y ganó. Con ese nombre de su movimiento tenía que ganar. Iba bendecido aunque estuviera tras las rejas.
No sé cómo no se le ocurrió a Popeye lanzarse durante el tiempo que estuvo encerrado, mostrando la mejor buena conducta. Habría ganado la alcaldía de Medellín, aunque no hubiera podido ir a posesionarse.
¡Democracia, democracia, Bendita seas, aunque me mates!
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