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Alberto Rodríguez

Las fantásticas

Las fantásticas

Se entregó a la justicia norteamericana en el 2001, fue procesado y condenado por narcotráfico. Un caleño hiperactivo de cuarenta años, novio para envidia colectiva de Sofía Vergara, que tuvo que reducir su embale cuando se encontró metido en una celda de dos por uno cincuenta, donde terminó haciendo lo que cualquier sensato haría para sobrevivir, leer: Andrés López.

Los amantes declarados y clandestinos de la literatura de semáforo, estamos esperando con ansiedad la reedición pirata del nuevo libro de López – no el de la cienciología – sino el ex cartel del norte del Valle, Las fantásticas, y que la serie de televisión se ponga al aire cuanto antes (nos han dicho que posiblemente para comienzos del 2010). Visualmente promete más sexo, más sufrimiento y más violencia privada, que la que vimos en el Cartel de lo sapos. Si atrapó la audiencia nacional, que quería ver lo que ya sabía que había pasado, con mayor razón, ahora que al narcotráfico se le revuelve sexo: toda una polvareda.

Entren a www.lafiscalia.com y encontrarán – en el registro de respuestas del año pasado - que los lectores ya antes de haber salido el libro habían identificado a “las fantásticas”, las mujeres trofeo, las prepagos selectas: Carolina Cruz y Natalia Paris en primer lugar, y Carolina Gómez, Nataly Umaña, Angely Moncayo, y Sandrita Muñoz.

Qué pena con las niñas, que los guaches lectores hayan podido siquiera imaginar que ellas se hubieran metido a las camas de los mafiosos. Ignoro de dónde sacan tan irresponsable seguridad, para decirlo con toda desfachatez. Pero lo que si me queda claro es que el imaginario erótico colectivo en Colombia, pasa por la camita de ellas, que quizás sin habérselo propuesto, llegaron a ser el sueño húmedo de una generación de machos.

López dice que las mujeres son lo más cercano al sentimiento mafioso, si es que existe algo así. El libro es una narración múltiple, en la voz de seis mujeres - primera persona - , esposas o amantes de narcos colombianos. Asegura que a pesar de que son ellas las protagonistas, él como escritor, lo que quería mostrar fue lo que no alcanzó en su primer libro, la condición de los mafiosos a través de los ojos de ellas. Desde luego no pretende aprovecharse del chisme sexual, de la privacidad de las mujeres, de su desgracia personal, de los expedientes secretos. Lo que según él se propone es advertir a todos los padres de familia, para que cuiden a sus hijas. Y como no pudo hacer una cartilla preventiva, se resolvió por un libro testimonial. Qué ternura.

López, no se cree un escritor, ni más faltaba, tampoco quiere competir con los escritores, lo que ha querido es dejar un testimonio escrito de lo que conoce. Es un hombre sin fama, sin riqueza, que carga el peso del convicto, que no tiene más que a Sofía Vergara y un computador, y que intenta ganarse la vida de la manera más honrada: escribiendo.

“Les voy a confesar algo - dice López -: nunca dije una sola palabra de alguien que no se la mereciera”. Eso es ética mijo.
 

 

 

 

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