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Alberto Rodríguez

Rebelión en la granja

Rebelión en la granja

George Orwell,in memorian

 El “Gran hermano”, máximo líder de la refundación de la patria al amparo de la seguridad democrática, se habría hecho reelegible, in imputable, inexpugnable en la granja. La ley tendrá que hacer una excepción con él.

1700 casos de “falsos positivos”, ejecuciones extrajudiciales de las fuerzas armadas, asesinatos del ejército. Presión por resultados, negocios mafiosos de recompensas, guerra sucia, inteligencia criminal. Lo que ustedes quieran. La política del caso aislado que Santos utilizó como defensa, sería ridículo sostenerla hoy. La magnitud del engranaje ha quedado en evidencia en los despidos de altos oficiales, y en el número de oficiales y suboficiales investigados. En un muestreo, el caso aislado sería el inocente.

Setenta u ochenta políticos profesionales, con asiento parlamentario, puestos en evidencia por la justicia colombiana, como miembros de una sociedad, un negocio entre candidatos y paramilitares, para repartirse el país. Como señores de la guerra en China, mil años atrás. Una conspiración contra el país, en la cual el Estado aportó un recurso siniestro: el DAS. Se puso a un señor Noguera, intermediario entre los paramilitares y el gobierno, a dirigirlo para tejer la red del Gran hermano. El mismo proyecto que se ensayó en la Fiscalía de Luís Camilo Osorio, hoy gracias a Dios, en México.

Chuzan a los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, les hacen inteligencia financiera, seguimiento bancario, la DIAN les mete las narices, y se les rastrea su vida familiar, con un argumento canónico. Es ilegal pero necesario cerciorarse, según el Secretario Jurídico de Presidencia, que los magistrados no estuviesen teniendo tratos con narcotraficantes.

Todas las conductas conspirativas se juntan, se tipifican en una misma dirección, apuntan al corazón mismo del proyecto de poder instalado, que quiere expandirse. Para cada caso siempre hay responsables. Para cada acción criminal de los agentes del estado, hay una dosis de culpables, de investigados, de destituidos y procesados. Con eso se defienden en los foros internacionales y ante  los medios. Pero la suma de todas las responsabilidades no alcanza a tocar la responsabilidad política central del proyecto. Las excepciones a la ley que el poder exige, no alcanzan a tocar a Napoleón que controla la granja.  

 “Doce voces gritaban enfurecidas, y eran todas iguales. No había duda de la transformación ocurrida en las caras de los cerdos. Los animales, asombrados, pasaron su mirada del cerdo al hombre y del hombre al cerdo; y, nuevamente, del cerdo al hombre; pero ya era imposible distinguir quién era el uno y quien era el otro”.

Rebelión en la granja

George Orwell.

  

 

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