El sapo refrendatorio
La pregunta, un poco santanderista, es si hay o no que refrendar los acuerdos, que el gobierno Santos firme con las Farc en La Habana, que sellan el fin a un conflicto de cincuenta años en Colombia.
No se utilizó ningún mecanismo de consulta para dar inicio - de manera secreta - a las conversaciones con las Farc en la Habana. El gobierno daba por sentado que nadie se opondría a que se buscara una salida negociada. Una vez firmado el acuerdo, la pregunta refrendatoria no tiene que ver con el objetivo inicial, ya conseguido, sino con los contenidos de los acuerdos. Lo que obligaría a que cualquier consulta tuviera que ser kilométrica e enjundiosa. Además una consulta previa habría roto el sistema de reservas que dan carácter confidencial en la negociación.
Una consulta promovida por el gobierno, lo que busca es que un resultado afirmativo le de fuerza electoral suficiente para la gobernabilidad en el posconflicto. Amén de ser un acto de naturaleza democrática, que solicita al constituyente primario, su aprobación a lo ejecutado, a nombre de una paz posible. Para la guerrilla es su segundo triunfo político. Que unos “narcoterroristas” que han violado todos los códigos del país, terminen consiguiendo una aprobación nacional, para lo que pusieron en lo acordado con el gobierno, lo es. En particular la política de tierras, cuya discusión llegó a buen puerto en La Habana.
Las Farc desde el comienzo dijeron que el mecanismo de refrendación es una Asamblea Constituyente. Es decir que lo acordado sea materia de una reforma a la constitución, y quede como principio de estado, para darle legitimidad absoluta a lo acordado en la negociación.
Desde octubre del año pasado el gobierno presentó al Congreso una propuesta de marco legal para la paz, acompañada de una propuesta de “referendo para la paz”, que se haría en las elecciones de octubre del presente año.
Timochenko en un comunicado de entonces le dijo a Santos que había incumplido su palabra. El Presidente se apresuró a presentar una iniciativa que debería haber sido discutida en La Habana, por las partes, antes de someterla a aprobación legislativa. Juanito Lozano no tuvo empacho en coincidir con Timo, a pesar de calificarlo de narcoterrorista, al señalar la inconsecuencia de Santos. Sin embargo, no se levantaron de la mesa. Se dejaron meter un gol del gobierno.
El Fiscal General acaba de decir dos cosas, que no se necesita refrendar el acuerdo en La Habana. Y que si fuera necesario refrendarlo, no sería el referendo el instrumento adecuado. El referendo es uno de los mecanismos de participación ciudadana previstos en el artículo 103 de la Constitución y en la Ley 134 de 1994. Los referendos - aprobatorios y derogatorios – son consultas sobre proyectos de acto legislativo o leyes que no fue adoptadas por corporación pública. Desde el exilio el Doctor Ternura coincide con el Fiscal, en lo que parece ser su alejamiento del uribismo.
¿Y un plebiscito? (según el artículo 7 de la Ley 134 de 1994, el plebiscito es una consulta convocada por el Presidente, mediante la cual busca refrendar una decisión ejecutiva). La discusión en La Habana sobre el mecanismo va a agitar el aire de las conversaciones, a calentar la atmósfera de confrontación de fuerzas que pugnan por el resultado.
El país entero se ha entregado a la discusión sobre el mecanismo refrendatorio, juristas, políticos, diplomáticos, fiscales, medios. Una solución medianera, no es necesario refrendar, porque cualquier consulta, no sería más que la ratificación implícita de un proceso que se echó a andar.
Si a nombre de la paz hemos tenido que tragarnos, yo no sé cuántos sapos, el de la justicia transicional del Fiscal, y el del mecanismo refrendatorio, podrían ser los más grandes. Cierren los ojos y pasen con las mieles del posconflicto.
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