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Alberto Rodríguez

A nombre de dios

A nombre de dios

Quien al ejecutar una masacre por motivos de ofensa a la fe, lo hace a nombre de un dios, cualquiera, es porque su dios es más valioso que la vida. Como matar por honor, en las viejas gestas.

Un lugar común del periodismo occidental: “partimos aclarando, antes que nada, que consideramos una atrocidad el ataque a las oficinas de la revista satírica Charlie Hebdo en París y en consecuencia bajo ninguna circunstancia puede ser justificable declarar a un periodista objetivo militar”. Hecha la aclaración, como lavándose las manos, se preparan para presentarnos el PERO, que van a introducir a continuación.

Son tres las situaciones éticas y políticas que propone la masacre de Charlie Hebdo. Respeto absoluto por la vida, ni siquiera a nombre de Dios se puede matar. Derecho a la libre expresión: todo se puede decir. Derecho al respeto: no se puede ofender la fe de nadie.  

La pena de muerte para los guerreros del Islam salvaje es una orden divina. Hay que defender el Islam, al Profeta, el Libro y el Califato. Nada hay más sagrado que Dios, ni siquiera la vida humana. Se abrogan el derecho a ejecutar la pena de muerte, por orden de Dios, a quienes resulten señalados de infieles. Charlie Hebdo no reconoce límites. Se caga en el socialismo, en el capitalismo, en el liberalismo, en el Islam, en el papado, en los anglicanos, en los judíos. Su acción simbólica no tiene límite. Los diez miembros del Consejo Editorial acribillados mientras hablaban sobre Houlebecq, no estaban dispuestos a respetar ninguna fe. Para el humor no hay nada sagrado. En eso consiste el humor, en la desacralización satírica.

El Gran Hermano nos vigila.

Charlie Hebdo es intolerante, racista y arrogante, como los colonialistas. Es el PERO.

A la agresión simbólica de Charlie Hebdo, se puede y /o se debe responder. Lo cual no casa en la declaración inicial de condena a la masacre. Se podría y se debería, es la situación efectiva que se propone por encima de la condena. Si “yo no soy Charlie” es porque reconozco dos cosas: el derecho al respeto a la fe, y en consecuencia, límites al derecho de expresión.  Y por lo tanto, frente a una situación que enfrenta los límites del derecho a su acción práctica, el PERO termina siendo una inevitable justificación. Dependiendo del rango de inteligencia operativa, la acción  podría ir desde la más atroz masacre, con fusiles de asalto y muerte a sangre fría, a un ataque mediático, una acción simbólica de asalto.

La carátula de la edición 1099 de Charlie Hebdo tituló, “Matanza en Egipto. El Corán es una mierda: no detiene las balas”. La caricatura era la de un musulmán protegiéndose de las balas infieles con el Corán. Alguien sugería, visto el asunto desde el otro lado, que el titular de una caricatura islámica podría ser “Matanza en París. Charlie Hebdo es una mierda: no detiene las balas”. Desde luego que sería preferible responder  así que con una mascare. Aunque el motivo de la inversión daría lugar a la peor caricatura. El Corán es lo más sagrado, Charlie Hebdo, es lo menos sagrado.

Responder al ataque simbólico, a través de los medios, con otro ataque simbólico, como convención de guerra, podría ser un principio de entendimiento en el conflicto. Si no se respeta la fe, que se respeten las armas simbólicas.

Je suis pas Charlie.

Je ne suis pas Charlie.

 

1 comentario

Alejandro O -

Estoy de acuerdo con lo compartido, y claro que surgen inquietudes como: ¿hasta donde llega ese derecho de expresión? o ¿hasta donde alcanza la ética periodística?, este trágico evento levanta aparte de preocupación un sin fin de interrogantes, los cuales giran en torno a la polémica de como los medios se están manejando, ¿que hay detrás de ese atentado?,¿tendrá que ver el atentado con la actual situación política europea?. Como es común siempre habrán varias versiones de lo sucedido, aunque aquí definitivamente y lamentablemente una vez más tuvo que haber una masacre para que los ojos del mundo se abrieran nuevamente en contra del asesinato, pero esta vez producto de toda una serie de provocaciones y atentados de otra índole contra todo un pueblo o religión.