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Alberto Rodríguez

Nuestra agente en Panamá

Nuestra agente en Panamá

El gobierno panameño de Ricardo Martinelli ha concedido asilo político a María del Pilar Hurtado, ex Jefe de la policía política de Monseñor Uribe Vélez. La antepenúltima de una seguidilla de “buenos muchachos” que Monseñor había puesto para que se le encargaran del trabajo sucio, Noguera, Peñate, Hurtado y Muñoz. Las policías políticas en todas partes se encargan del trabajo sucio, para eso están, se trata de defenderse de los enemigos del Estado. Razón de Estado, razón de fuerza, diría Gaviria J.O.

Todos los “plomeros de abajo” ya han caído, están siendo procesados o están condenados: Lagos, Tabares, Romero, Mata Hari y la Leal. Los “plomeros de arriba”, Moreno, Del Castillo, Velásquez y Gaviria J.O. han sido llamados a rendir declaración. José Obdulio se ha negado, de la misma manera que Pablo Escobar se negó cuando el padre García Herreros ofició de intermediario para que se sentara a una mesa a conversar.

El enlace entre los de arriba y los de abajo fue la Señora Hurtado, que perfectamente podría pasar por la señora de los tintos, que el DAS infiltró en la sala plena de la Corte Suprema de Justicia, colocándole un micrófono en el brasier. La Hurtado está asilada. Antes de irse se presentó a indagatoria el 13 y 14 de julio, en la Fiscalía, en la que palabras más, palabras menos, dijo que ella se había enterado de la conspiración de las chuzadas por los medios, como los chuzados o la señora de los tintos.

Una de dos, la Hurtado no era la jefe del DAS, o está dispuesta a pagar un silencio que por ahora la ha obligado a volarse a Panamá, como víctima de la justicia colombiana. Iván Cepeda, ha dicho, durante el acto de protesta de las asociaciones de víctimas del Estado en la puerta de la Embajada de Panamá en Bogotá, que la jugada solamente le sirve a “Uno”.

“Uno” era el nombre en clave, con que se conocía entre todos los plomeros, a Monseñor. La operación se reforzó al comienzo del segundo mandato, se encubrió como rastreo oficial autorizado a fuentes del narcotráfico. Alrededor de un trabajo de análisis de una foto de Ascencio Reyes, se reunieron plomeros de arriba y abajo: Moreno, Gaviria J.O. Eastman, Lagos y Tabares.

 “Uno” siempre lo supo. Fue él quien preocupado por la seguridad del Estado, echó mano de todas las formas de lucha, para detener el ataque. Sus plomeros lo supieron interpretar, con una insoportable falta de profesionalismo, como si fuera una policía política de dumies, es cierto, pero lo hicieron por él.

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