Yo adhiero e ese movimiento. Parkinson
No hay nada más serio por naturaleza que el poder y las religiones. Carecen congénitamente de humor. Que un joven animal político tenga el humor suficiente para aprovecharse de su condición de parkinsoniano amateur, y declare que “no nos temblará la mano contra los corruptos”, es alguien por el que vale la pena votar.
Posiblemente sí le tiemble la mano, pero aún así, más deberían temblar los corruptos, llegó Super Mockus, el animal de la pirinola, la zanahoria, la capa roja, la espada de plástico, el gorro deforme y el girasol. Aún sin ser parkinsoniana, Noemí ya percibió el temblor, y Chucky ha comenzado a sentirlo, aunque se seguridad democrática no le muestre tambaleando. Por lo pronto sabe, que la mayor probabilidad electoral para la segunda vuelta, es la de enfrentar a Mockus.
Lo que le da credibilidad a Mockus, es que no es solo un discurso, es un par de alcaldías, en las que a Bogotá le fue mejor que con los otros. Tiene la fortaleza de la representación. Un pacifista de armas simbólicas, un tipo al que eventualmente su arsenal representativo, le sirva para enfrentar el discurso agresivo de las armas rusas de Micomandante. Mockus, más que cualquier otro, tiene el perfil para conducir inteligentemente las relaciones internacionales de Colombia. Cómo me gustaría verlo arrojándole un vaso de agua a Lula en Unasur.
Mockus el único que utiliza símbolos para hacer política, para gobernar, para educar y para mamar gallo. Y esa condición de animal representativo, le otorga una diferencia simbólica que es capaz de atraer a millones de personas, que jamás hemos sido representadas por nadie en el poder. Es el dueño de la más pura franja de opinión, es alguien simbólicamente distinto, que se ofrece a representar a quienes no hemos sido representados. Por eso la marea verde inunda todos los rincones del facebook colombiano. Por eso los girasoles se pasan de mano en mano. Porque no está identificado con la derecha de Vargas Lleras y Noemí, porque no es la izquierda de Petro, porque no es ninguna socialdemocracia, porque es el centro simbólico de un lacerante espectro político, distante de los poderes bipartidistas, que representa un proyecto de poder ciudadano.
Mockus es un animal político. Pero ¿de qué especie? Creo que tiene la agudeza del gato, la nobleza del perro y la fuerza de un caballo. Y cuando digo fuerza, me refiero a la fuerza de voluntad, pese a que se conturba cuando habla, que llora en televisión, que pela el culo en el aula máxima, y cuya palabra favorita es racionalidad. Bien que podría ser un filósofo, que como cualquier filósofo de la República, cree ser el indicado para gobernar. Un recio animal platónico, enrazado de pitagórico.
Yo también adhiero a ese movimiento.
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Guillermo Villegas -