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Alberto Rodríguez

La Corte, el Pueblo y Dios

La Corte, el Pueblo y Dios

En una entrevista que monseñor Uribe concedió en el Brasil en octubre pasado, refiriéndose a su posible tercer período, dijo – palabras más, palabras menos  – que eso depende de la Corte, el Pueblo y Dios. No sabemos si en ese mismo orden, aunque debería ser en orden inverso. Dios está por encima del Pueblo, y el Pueblo por encima de la Corte.  

Vayamos por partes para entender el sentido de la prioridad con que Monseñor ha dado por encarar su “encrucijada del alma” a partir de este 2010, en el que vamos a contarnos en las urnas. El Pueblo en esto no tiene nada que ver. Ya firmó los papeles del referendo patrocinado por DMG, con lo cual el régimen tiene su argumento de legitimidad: El Pueblo lo quiere.

La Corte tiene tres meses para pronunciarse. Aunque bastaría que eligiera una sola de las irregularidades con que se promovió la iniciativa, para declararla inconstitucional. No hay nada de constitucional ni en la forma no en el fondo de la iniciativa congresional que la pandilla uribista sacó adelante. Cualquier decisión en derecho que la Corte Constitucional adopte debe declarar inconstitucional el engendro y dar vía libre a unas elecciones libres.

En cuanto a Dios, la cosa es más complicada. En principio él puede inspirar a la Corte para que declare anticonstitucional el referendo, pero también constitucional. No se olvide, que técnicamente, todo lo puede. Pero cualquier dirección, que su sabiduría profesional, haga que tome el bendito refrendo, le propone un problema, aún siendo Dios: el problema de partido.

En una pelea de box, el boxeador blanco se encomendó a Dios. El boxeador negro se abstuvo. Cuando su manager le preguntó por qué, dijo: si el blanco también se encomendó a Dios, de yo hacerlo, estaría poniendo en aprietos a Dios. ¿Y quién soy yo para poner en aprietos a Dios?

La otra prueba constitucional que Dios debe sortear, es la del Procurador, que debe pasar concepto previo de legalidad a la Corte, para que ella inicie su trabajo. Si Dios inspira al Procurador - un caballero cristiano de bolsillo que usa chaleco y tirantes – para que emita un concepto negativo a la Corte, estaría obrando en derecho, que es como todos esperamos que lo haga. Con lo cual Dios, estaría dejando a Monseñor en la estacada. Que no es justo, alegaría cualquiera de los diáconos de la nomenklatura, pero Dios no se equivoca. Además en su peregrinación a Lourdes, la Virgen en diálogo constructivo y cordial con Monseñor, le anticipó que no pasaría.

Porque al fin ¿quién es Monseñor Uribe para poner en aprietos a Dios?     

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