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Alberto Rodríguez

Ella y Cervantes

Ella y Cervantes

 

          Sólo se enamoró una vez y no de su marido. Cuando se casó fue de negro. El matrimonio duró cuatro años. Decía de sí misma: no soy romántica, ni cursi, ni escritora académica, ni pornógrafa ingenua, ni fabricante  de relatos a lo Dumas. “Alguien tenía que hacer novelas de amor…” y a mí me tocó. Lo hice a gusto, hasta cuando pude. Después seguí dictando. No soy la “re escribidora de Vargas Llosa”, ese peruano vanidoso que vende menos que yo, o la escritora del corazón del tal García Márquez, en quien nunca he creído.    

El secreto del éxito de la obra de María del Socorro Tellado López, universalmente conocida, hoy más que el mismo Quijote, como la Señora Corín Tellado, más leída por mujeres que por hombres, fue haber sido capaz de inventar  5000 hombres en los últimos 50 años. Todos altos, guapos, con las virtudes de la virilidad mejor entendida. A saber: fuerza, determinación, inteligencia, ambición, anchas espaldas, prometedora cuenta corriente y asombrosa facilidad para amar. Su esquema simple: muchas  dificultades desde la segunda página y un final feliz en la última.

  Su última colaboración fue entregada dos días antes de la muerte. A los veinte, en 1946,  publicó su primera novela, Atrevida apuesta, por la que Bruguera pagó tres mil pesetas  Desde entonces no paró de escribir. Publicó 4.000 títulos, algunos reeditados hasta 36 veces, traducidos a 27 idiomas, vendió 400 millones de ejemplares. Escribió fotonovelas y vendió derechos por lo menos para quince películas. Son fuente de la primera generación de culebrones latinoamericanos.

¿Qué vamos a hacer, todos los que en secreto leímos a Corín Tellado, sin saber si lo que buscábamos era parecernos a sus hombres, o encontrar una entre sus mujeres?

 

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