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Alberto Rodríguez

Vito Corleone y Lucky Luciano

Vito Corleone y Lucky Luciano

Si Uribe, según Chávez es un émulo de Vito Corleone, Chávez lo sería de Lucky Luciano. Uribe es un cobarde, un mentiros, cizañero y maniobrero, y jefe de una banda de mafiosos, émulo de Don Vito Corleone, un guerrerista santafereño que por cuenta de los designios acatados de Bush, se ha convertido en el principal obstáculo para la paz en Colombia. Mientras sea presidente será poco menos que imposible el intercambio humanitario y un acuerdo duradero. Palabras más, palabras menos, del Coronel socialista.

No obstante, lo cortante y brutal de la declaración, en la que el gobierno de Venezuela prescinde de toda diplomacia y prudencia, para decirnos lo que piensa de su vecino, y después de la cual el rompimiento de relaciones se pone al orden del día, ha venido a convertirse en un favor para Uribe. En efecto, tras la actitud camorrista y retadora, en Colombia se ha producido un espontáneo plebiscito - originado en ese oportunista sentido del nacionalismo sentimental - de respaldo al Presidente, que lo fortalece y que se refleja en una súbita elevación de su popularidad. Valiente gracia la de Chávez.

Uribe tiene rabo de paja, y bien grande. En Colombia, sólo algunos ácidos opositores editoriales como Felipe Zuleta y Alvaro Bejarano, se atreven a arrimarle la candela, con más desenfado aún que el Polo, y que otros sectores independientes. Lo que ha hecho Chávez es arrimarle una tea ardiente, que no obstante, por ser alimentada por cuenta del tercero en disputa - las FARC - ha venido a tener un efecto doméstico positivo.

El embajador Pavel Rendón ha sido llamado a consulta, y por lo que se sabe no regresará a Colombia. La frontera ha sido militarizada. Hay amenaza de restricción en la compra de autos a Colombia, las tensiones fronterizas han subido su temperatura. Y el gobierno de Colombia, más apocado que prudente, más intrigante que político, ha tenido que tragarse los sapos que le llueven de Venezuela. Seguimos sin Embajador en Venezuela (que supongo es uno de esos señorones que por razones clientelistas fue enviado por Uribe a Caracas).

Las FARC, a su turno, le devolvieron a Clara y a Consuelo a Chávez, pero acto seguido secuestraron seis civiles en el Chocó. Son tan imbéciles como Uribe y como Chávez. Hacerlo justamente cuando se han empeñado en una maniobra conjunta para obtener el reconocimiento de insurgencia, que conduzca a sacarlos de la lista internacional de terroristas, no permite que se los califique de otro modo. Uribe ha salido corriendo a Europa, para hablar con Sarkozy, con Rodríguez Zapatero, con el Rey y con el Señor Solanas, de quienes espera apoyo irrestricto para seguir manteniendo a las FARC en la lista de terroristas. Un viaje que probablemente hubiera podido ahorrase, habida cuenta que la imbecilidad política, y el alma delincuencial de las FARC, harán imposible el más mínimo consenso internacional, para que a los administradores de los campos de concentración en Colombia, a los capos del más grande cartel de narcotráfico en el mundo, la opinión pública mundial pudiera dejar de tenerlos como vulgares terroristas. Solamente a Chávez, que se ha convertido además en un buen socio del negocio de exportación de las FARC, se le antoja plausible una declaratoria en sentido contrario, con el argumento de que es el camino para la paz.

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