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Alberto Rodríguez

Tríptico de la infamia

Tríptico de la infamia

Pablo Montoya es un escritor extraño, singular, en la literatura colombiana. Es un escritor que actúa como académico, una mezcla de historiador, ensayista, narrador, prosista, y con nombre de corredor de autos.

Tríptico de la infamia es exactamente eso, tres historias de tres pintores víctimas de la infamia religioso colonial provocada por la guerra de las religiones en el siglo XVI. La cultura, entre la cruz y la espada. Y en amplísimo primer plano: América.

Le Moyne, el pintor etnógrafo que se embarca con los franceses rumbo a Florida. El más humano de toda esa expedición, como que fue capaz de prestar su cuerpo para que los indígenas pintaran sobre él, la trama colorida de una naturaleza indeleble. Víctima de los españoles en América. Sobrevivió para contar y regresó a la escrofulosa Europa.

Dubois, la víctima de la Noche de San Bartolomé en Paris. El asesinato en masa de hugonotes (cristianos franceses  calvinistas) más grande del siglo. Los hechos comenzaron en la noche del 23 al 24 de agosto de 1572 en París, y se extendieron durante los meses siguientes a toda Francia. Dubois pierde a su mujer y a su hija, escapa y llega a Ginebra, en donde va a hacer la pintura de la infamia. Carlos IX y su madre, Catalina de Médici, temían que los hugonotes alcanzaran el poder. Por eso ordenaron la masacre.

De Bry es el ilustrador de la serie de la infamia. Va ser quien en una serie de grabados, en una secuencia progresiva basada en la La brevísima relación de la destrucción de las Indias, de cuenta de la infamia como si fuera una estela de muerte y destrucción movida por la fe divina, susceptible de representarse. Aunque “la realidad siempre será más atroz y más sublime que las formas de mostrarla”. Con lo que la representación ganó la altura de denuncia, según dice De Bry (América).

Tres novelas breves en una prosa labrada y sostenida. Un pequeño fresco literario que engarza la vida y obra de tres pintores que saltan entre las historias, participan en las otras novelas,  personajes de la misma tragedia: la violencia a la que las religiones llaman.

Bien hicieron los jurados del Rómulo Gallegos al seleccionar el Tríptico, como novela ganadora en su edición 2015. Ella es una denuncia literaria de las intolerancias del siglo XVI, que por esas diacronías históricas, siguen tan vivas en una época que ya no se necesitarían religiones. Al Estado Islámico, bien que le caería una noche de San Bartolomé en Siria

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