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Alberto Rodríguez

Lincoln

Lincoln

La Corte Suprema de los Estados Unidos afirmó todavía en 1857 que los esclavos eran "tan inferiores que no tenían derechos que el hombre blanco debiese respetar". La Declaración de escisión de Texas en 1861, afirmaba que el abolicionismo pretendía "imponer la infundada doctrina de la igualdad de todos los hombres, independientemente de la raza y el color" aunque "la raza africana parece y es inferior y dependiente". Y en los debates para la aprobación de la Enmienda 13, uno de los senadores anti-abolicionistas afirmó:”Si hoy llegáramos a aceptar que los negros son iguales, mañana nos veríamos obligados a aceptar que las mujeres son iguales que los hombres”. Tal era el clima político y social que reinaba en la época que data la película Lincoln, de Steven Spielberg.  

Lo que Spielberg nos ofrece en su película estrenada en Colombia en el 2013, doce veces nominada a los premios Oscar, y que consagró con el de mejor actor, al archiconsagrado Daniel Day Lewis, es la historia desde el punto de vista de Abraham Lincoln, de tres fenómenos que se sucedieron simultáneamente y convulsionaron la vida de los Estados Unidos: la abolición de la esclavitud, la guerra de secesión, y su periodo presidencial.

El abolicionismo desde William Lloyd hasta las épocas de Lincoln se amparaba en la declaración de Jefferson, de que todos los hombres son creados iguales. La llegada de Lincoln al cargo de presidente de la Unión, el 4 de marzo 1861, fue el desencadenante final de la guerra de secesión. El primer acto de guerra fue el asalto confederado (sureño) a la guarnición de Fort Sumter el 12 de abril.

La "enmienda Corwin" que le negaba al gobierno federal el poder de abolir la esclavitud y el "compromiso Critenden" (limitaba al gobierno federal para interferir en la esclavitud y le obligaba a compensar a los dueños de esclavos fugitivos), no fueron suficientes para que los señores del sur durmieran tranquilos. Sabían que Lincoln tenía un solo propósito, llevar la esclavitud a su extinción. Los estados esclavistas ya por entonces eran minoría en la Cámara de Representantes.

En su discurso inaugural Lincoln declaró legalmente nula toda secesión. Afirmó que no tenía ninguna intención de invadir los estados sureños, ni acabar con la esclavitud donde aún era vigente, pero que usaría la fuerza para mantener la Unión. La Decimotercera Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos fue propuesta a la legislaturas, el 31 de enero de 1865. Abolió oficialmente la esclavitud y se aprobó por 132 votos a favor y 68 en contra.

Cinco días después de que el comandante general del ejercito de la confederación, Ulysses Grant, rindiera sus tropas al general  unionista, Robert Lee, Lincoln fue asesinado el 14 de abril en el teatro Ford, a manos de un actor shakesperiano, católico y simpatizante de la confedeación, que tras disparar su revolver a la cabeza, en el palco principal, se precipitó al escenario mientras lanzaba el mismo grito de Bruto: “sic semper tyrannis”, se llamaba John Wilkes Booth. (La película, obviamente no entra en la dramatización del asesinato, hace una elipsis de la obra en el escenario, a la cama donde finalmente muere, un día después).

La película no es una película de entretenimiento, ni más faltaba, tanto por el tema como por la puesta en escena, es teatral, de parlamentos macarrónicos y veloces, de diálogo permanente y sostenido, que exige del espectador mucha información previa para no perderse. No recuerdo que haya sido más que un fracaso en los cines del país. Matiza la trama política y de guerra con la historia de Lincoln y su mujer, Mary Tood, una mujer enfermiza, astuta, dominante, inteligente, capaz de sostener una prédica política convincente ante un Senador del que dependía una buen parte de la votación para aprobar la enmienda, y capaz de caer en estados de melancolía o acudir a chantajes afectivos, para impedir que su hijo se enlistara para ir ala guerra. A finales del mismo año en que él murió, ella se también se despidió del mundo.

Una lección de lobistas de vieja data, utilizada por Lincoln y que se sigue utilizando en todos los congresos del mundo: la compra de votos. La película muestra cómo y a qué precio se negociaron 23 votos, de los que hubieran podido depender el fin de la esclavitud en Norteamérica.

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