Cuando Dios dejó sus zapatos
New York. New York.
La familia: padre, madre y dos niños. El padre pierde su opción de trabajo como boxeador profesional, pero no va a insistir en ser boxeador. Una primera señal importante de la historia, que no termina siendo la de un boxeador desafortunado que cae, y parece extraviar su carrera, y vuelve a caer, y se levanta, y resiste los golpes, pero que termina triunfando, sobreponiéndose a las inclemencias para terminar en una escena gloriosa donde triunfa a pesar de todo.
El film no replicar el espíritu de las historias que no escapan al destino triunfador del héroe, tanto como estrategia de mercado, como efecto de una concepción cinematográfica y narrativa, que alienta películas cuya gracia es mejorarle la plana a la vida.
Cuando Dios dejó sus zapatos no le mejora la plana a nada, muestra la vida de muchos, la vida de una familia amparada por la caridad institucional de las iglesias, que dan abrigo a los homeless, un poco de sopa, un colchón por un par de noches. Una caridad más elaborada que la caridad precaria de los países pobres, aunque una caridad que no da abasto, pero que como toda caridad condicionada, nada puede frente al drama de fondo: la vida que no perdona.
La familia como centro de la historia es el escenario vital de la historia, en particular la relación padre e hijo, leit motiv del film, un padre adoptivo que ha reemplazado al primer marido de ella y que para desgracia de la familia se convierte en el salvador de última instancia, al que la familia en un amoroso acto de dignidad compartida termina renunciando.
Todos los recursos institucionales fallan, la seguridad social, la caridad, las agencias de empleo y de alquiler, los contratantes, para dejar a la familia sujeta al destino antropofágico de una ciudad inclemente, que termina por devorarse a los personajes, construidos con la paciencia dramática y el cuidado de un artesano.
El padre, de origen latino intenta no rendirse, busca empleo, pero tiene pasado carcelario. El único trabajo que pudo conseguir, para mostrar un contrato de trabajo a la agencia de arrendamiento, lo pierde por su pasado, que también es el de un soldado – se repite la historia de los ex Viet Nam – de la primera campaña de Irak, a donde fue a nombre de los Estados Unidos de América, a pelear por la libertad y la democracia.
Con su hijo, el ex boxeador llega a la mendicidad, en New York, donde la mendicidad es más rentable que en cualquier otro lugar. Consiguen el dinero que el padre ha dejado en un almacén a donde el chico lo llevó a robar ropa, como le ha enseñado su madre. Pero no importa lo que hagan, no importa si tienen coraje o no, voluntad de resistir, están metidos en un callejón sin salida que los arrastra a la periferia. Justamente el día de navidad, tras pagar una cena para todos, con el dinero que mendigaron en Times Square, pierden el albergue, tras una pelea, así que terminan en el metro, el único lugar cubierto, que la ciudad les ha dejado.
Cuando dios dejó sus zapatos es una película contra la esperanza, tan dura como la pobreza, sin concesiones, sin ilusiones, en la que los ciudadanos de segunda están condenados como los hijos de Cronos a ser devorados.
Dirección y guión: Salvatore Stabile - Interpretes: John Leguizamo (Frank Diaz), Leonor Varela (Angela Diaz), David Castro (Justin Diaz), Samantha M. Rose (Christina Diaz), Jerry Ferrara (Vinny).
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