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Alberto Rodríguez

Mediocristán es un país tranquilo

Mediocristán es un país tranquilo

Luis Noriega se me apareció como consecuencia del concurso Hispanoamericano de cuento 2016, al que yo había enviado el libro de cuentos Para cuando sepa que ha muerto. Para mí no existía antes, así que lo primero que la envidia me causó fueron ganas de leerlo. Habría deseado encontrar algo mejor que lo que yo había enviado. Fui a la librería a buscar Razones para desconfiar de sus vecinos. Y para que la envidia fuera mayor, me encuentro con que el libro se ha agotado,  se estaba vendiendo como si de verdad fuera tan bueno, aunque no descarté que la casa editorial, más el premio y el efecto de medios, le estuvieran dando un justo empujón circunstancial. En fin, las odiosas debilidades de los cuentistas. Pregunté si había algo más de Noriega y me sacaron Mediocristán es un país tranquilo.

En Mediocristán todo es mediocre. Mediocristán es a veces Colombia, y a veces no, cuando Colombia es Colombia. El logro innegable de Noriega es haber hecho una novela tan mediocre como el “paisito” que pinta en el que “todo es de segunda división”. La historia es encantadoramente mediocre, los personajes en obra negra son de una mediocridad matizada, atemperada. Las circunstancias mediocres los hacen  ligeros y grises, más de cuento que de novela. Un mediocre libro narrado en primera persona que nos revela la mediocridad en Barcelona y en Colombia. El libro rezuma mediocridad. Tiene pasajes con problemas de redacción, los capítulos brevísimos no encuentran potencia narrativa, la mayoría de cortos fragmentos que intentan salir a correr y no logran vuelo. Nimiedades que sumadas dan al libro una cadencia que me hizo dudar entre desertar y seguir tras la promesa implícita de algo que al menos salvase la experiencia y el precio del libro.

En lo único que la novela no resulta mediocre, y que probablemente sea la mayor fortaleza de Noriega, es en su capacidad de hacer “frases memorables”, actos de afirmación que revelan una condición, poniendo la luz en alguna supuesta verdad que nos comparte. Terminé con la sensación de que el montón de iluminaciones a lo largo del todo el libro, se merecía un libro. Escrito con tranquilidad, con la misma tranquilidad con que suceden las cosas en Mediocristán.

No olvidaré a Noriega, el tranquilo escritor de Mediocristán.          

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