Ser libres de no ser neutrales
Una consecuencia de la libertad, es la libertad de prensa, ser libres de no ser neutrales.
“Soy un periodista y mi trabajo es hacer preguntas. Donald Trump es un candidato a la presidencia de Estados Unidos y su trabajo es explicar qué haría si llega a la Casa Blanca. Su trabajo y el mío chocan”. Así resumió el periodista Jorge Ramos, el incidente en la rueda de prensa con el candidato republicano, en el que uno de sus guardaespaldas los expulsó del salón.
En la revista Bocas del domingo pasado aparece una entrevista a Claudia Gurisatti en la que se refiere a haber llegado a la dirección del noticiero RCN, hace seis meses, con una declarada posición política:“Me tiene sin cuidado. Se pueden caer todos los opinadores diciendo que soy uribista, o más uribista que el uribista. Yo hago este trabajo porque me encanta el oficio periodístico. ¡Y claro que tengo una posición política, como la puede tener cualquier otro periodista! Cuando era periodista rasa, y estaba aprendiendo a ejercer este oficio, veía a las Marías en QAP [María Elvira Samper y María Isabel Rueda, directoras del noticiero] haciendo una oposición férrea a Ernesto Samper”. “¡Qué importa! ¿Cuál es el problema de tomar posiciones editoriales?”. “En una democracia los medios pueden tenerlas. De cuándo acá nos escandaliza si siempre ha sido así. Lo que sí es una caricatura es decir que todo lo que hago o dejo de hacer en el noticiero es por uribismo o no”. ¿Qué tienes contra las caricaturas Claudia?
Jorge Ramos es un periodista rico, miembro de varias empresas, accionista, dueño de bienes raíces, al que se le ha acusado de ser más activista que periodista. No sé qué tan rica sea Claudia, qué tantos bienes tenga, supongo que su cargo en RCN sea bien remunerado por Carlos Julio Ardila. “Mi jefecito divino”, dice ella. No le importa que hayan dicho que tuvo o tiene una relación con él. Ella tiene veinte años de ejercicio profesional y se siente con el derecho de decirle la verdad, y nada más que la verdad, a la revista del Tiempo.
No se trata del asunto de la parcialidad política del reportero. Todos los periodistas tienen ideología, un punto de vista político, les desagradan o agradan tendencias, grupos, personas. No es posible un periodista neutro, aunque quiera parecerlo. De ahí justamente, que lo más sospechoso y abominable, de la prensa sea que pretenda ser neutral. Y cuando digo neutralidad, me refiero a un imposible moral, informativo y editorial.
Que la Gurisatti sea uribista, o que Ramos sea activista de los derechos de los inmigrantes, como mexicano y periodista, es lo real. Que no lo oculten, si pudieran, parecería ser el juego más honrado. Pero aún así, resultan víctimas de quienes los acusan de haberse entregado a la ideología del medio, RCN y a Univisión, con lo cual habrían entregado su independencia. Voluntaria o involuntariamente. Pero es que la independencia del periodista no vale sino en relación al medio. No se es independiente del medio ¿Qué es un periodista sin medio?
No ser neutral, no poder serlo, significa, y a veces se nos olvida, perder la independencia. Y bajo esa circunstancia real el consumidor de los medios debería poder interpretar el carácter del medio y el papel del periodista. El periódico El Tiempo se fundó para defender las “ideas y los gobiernos liberales”, el Siglo, para defender las ideas y los gobiernos conservadores. Dos periódicos heráldicos en Colombia, que han tenido tanta responsabilidad, como los gobiernos y los políticos en todo lo que ha sucedido durante el siglo XX, y lo que va corrido del actual.
A la hora de un juicio histórico a los medios, todos tendrían que responder por su dependencia de los poderes en juego, por sus banderías, por sus posiciones editoriales y su enfoque informativo. Tanto como los periodistas que renunciaron a cualquier neutralidad, para favorecer al consumidor, poseídos de la certeza de una convicción, o para favorecer al medio que los paga.
“Me han acusado de ser un activista – dice Ramos – pero soy, sencillamente un periodista que hace preguntas. Lo que pasa es que, como periodista, es necesario tomar partido y asumir un punto de vista cuando se trata de racismo, discriminación, corrupción, mentiras públicas, dictaduras y derechos humanos”. Yo agregaría, cuando se trata de todo.
Tendríamos unos medios más transparentes, si en “declaración de principios”, nos dijeran a los consumidores, qué defienden, contra quién están, qué buscan, qué bandera levantan. Si de una vez por todas aceptaran y reconocieran la dependencia a los poderes y contrapoderes. Y otro tanto los periodistas, sobre los que en particular recae el juicio a los medios. Que nos expliquen cómo es que un periodista se hace rico, influyente, consentido del medio. Que nos expliquen sus relación con los poderosos, tanto de amor y odio. Tal vez entonces los medios nos ayudarían a tener un sentido más preciso para interpretar la maraña de información y opiniones con que todos los días nos avasallan. Los grandes medios sobre-informan, lo cual es una forma perversa de desinformar.
El problema no es que los periodistas tengan opinión y posición política, lo grave es que pretendan camuflarla, disfrazarla para dar una pretendida imagen de neutralidad de la que todos carecen: una compota envenenada.
“Los mejores ejemplos de periodismo que conozco -Edward R. Murrow contra el senador Joe McCarthy, Walter Cronkite denunciando la guerra de Vietnam, o el diario The Washington Post obligando a renunciar a Nixon, entre muchos otros- han ocurrido cuando los periodistas toman una postura y se enfrentan a los poderosos. "Debemos tomar partido", decía el premio Nobel de la Paz, Elie Wiesel. "La neutralidad ayuda al opresor, nunca a la víctima."
Es inevitable tomar partido, es decir, perder la independencia frente al medio. Si el medio no puede ser neutral el periodista tampoco. Lo cual no exime ni a los medios – como institucionalidad comunicativa - y a los periodistas, del juicio social que pueda hallarlos culpables o inocentes de haber abrazado distintas causas.
No ser neutrales, no significa no estar equivocados.
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