La bajeza de las altas cortes
Mirando las fotografías y los videos donde aparece el ciudadano Jorge Pretelt, merecidamente expuesto a la avidez mediática por el escándalo, le descubro rasgos físicos que me recuerdan a Alphonso Capone, cuando tenían la misma edad. Aunque sin agregar al parecido el hoyuelo del mentón, a lo Kirk Douglas.
Claudia López definió los acontecimientos de la Corte Constitucional como una vendeta entre bandidos. Agrego: de cuello blanco, toga y corbatas verdes con sirena. Solo les falta la peluca, que en las cortes europeas les daba una dignidad monárquica.
El sistema de las Cortes y los Consejos, que maneja la justicia en Colomb ia es tan impune como el 98% de los casos que ventilan, en el tiempo que les conceden sus negocios privados. Y no me pidan que no generalice, porque si bien hay togados que quizás todavía tengan las manos limpias, no han hecho lo que tenían que hacer, al verse rodeados de cuellos blancos y manos sucias, y eso los hace cómplices.
El sistema judicial es tan corrompido, como el Congreso, el Gobierno, las Farc, los Paramilitares y la Mafia, todos con plural, para que no queden dudas de la altura de su bajeza. Cada poder se transformó en carrusel, al que van a hacer negocios, dinero, a costa de todo. La nueva clase: los capos de estado. El Estado, la Nación y el Pueblo, son su botín. Una clase fagocitadora, para la que la ley es solo para sus enemigos.
Ahora, después de la primera temporada de la telenovela corrupta, en la que de repente se ven enredados varios de los miembros de la Corte Institucional, el Doctor Santos revive la reforma política que se había inventado el Doctor Gómez Méndez, para darle transparencia a la justicia (con minúscula). Se trata de una corte de corruptos con experiencia de al menos veinte años, independientes de las otras ramas, que investigará a los corruptos con fuero. Se discute, ahora mismo, si debería tener capacidad de juzgamiento o no.
Una vez más, el Doctor Santos vende el sofá para resolver el problema. Crear otro Consejo es una variación sobre el mismo tema. La corrupción en Colombia está institucionalizada, es parte del ser mismo del Estado. Es el aroma del tufo natural de la nueva clase.
Los corruptos están devorando el Estado. Y como sigan así, lo van a quebrar y entonces, solo entonces se vendrán al suelo.
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