La profecía
La profecía apocalíptica de Marx predice que el capitalismo colapsa en el límite de expansión de los mercados. Y cuando eso pase, la tasa general de ganancia se desploma. El mercado tiene un límite, más allá del cual se devuelve contra sí mismo, por eso el capitalismo no es eterno.
El mercado, no como un sistema de intercambio global de productos y servicios, sino como el modo en que se intercambian en el capitalismo: concentrando riqueza en algunos países y sumiendo a otros en la miseria. Y ni siquiera haciendo que los pobres de los países ricos, vivan bien.
El proyecto comunista colapsó - para tranquilidad de los buenos burgueses, que siempre pensaron que la crisis provenía de factores externos - lo cual no evita llegar a una inquietante y vieja conclusión, que la crisis definitiva del capitalismo se origina en sí mismo.
Estados Unidos no se encuentra al borde de otra crisis, es la misma, alimentada por la incapacidad de la Casa Blanca y la estulticia del Congreso; entra en una fase más aguda, la del desacuerdo entre poderes sobre presupuesto. El fin de semana entrará en vigor el drástico recorte del gasto público, que va a impactar de frente en el empleo, el nervio crucial del mercado. Lo que significa desaceleración del país locomotora del mercado global. Un recorte de 85.000 millones. La mitad afectará al presupuesto militar, la otra, se repartirá entre el resto de los departamentos.
All drama del 2013 se lo llamó crack, el de hoy se lo llama secuestro. Barack Obama en un astillero de Virginia dijo: “los efectos son todavía peores que el nombre”.
La Casa Blanca ha descrito así el panorama : los veteranos de guerra dejarán de cobrar sus cheques, habrá largas colas y retrasos en los aeropuertos por reducción de horas de trabajo de controladores y personal de seguridad, miles de familias se quedarán sin ayuda escolar o sin atención sanitaria, se retrasarán las gestiones de todos los ministerios, 800.000 empleados civiles del Pentágono tendrán que tomarse días de descanso sin cobrar, 10.000 maestros serán temporalmente enviados a casa. La Oficina de Control del Presupuesto del Congreso ha calculado que, si el secuestro se produce, la economía norteamericana perderá alrededor de 750.000 puestos de trabajo para el final de año.
“Estos recortes no son inteligentes, no son justos y suponen un daño autoinfligido a nuestra economía que no tendría por qué producirse”, ha dicho Obama a los trabajadores a los que habló en astillero de Virginia. Leon Panetta, a punto de dejar de ser Secretario de Defensa, advirtió: “El secuestro, esa locura legislativa que fue diseñada para ser tan mala, tan mala, que nadie en su sano juicio permitiría que ocurriera, degradará nuestra capacidad para responder a desafíos internacionales en un momento de creciente inestabilidad en el planeta”. John McCain, influyente republicano en el Senado, ha asegurado que la reducción de presupuesto militar “pondrá en peligro nuestra seguridad y, literalmente, nuestra capacidad de defender a la nación”.
El calentamiento de la crisis económica del país más rico del mundo, por razones de política doméstica, es un oscuro campanazo que hace eco de la profecía.
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