Lo grave no es otorgar el Premio Nobel de la Paz, lo grave es aceptarlo
El presente artículo fue originalmente publicado el 15 de octubre. Fue censurado y como tal estuvo fuera del "aire" unas horas. Esto es una re-publicación.
El finado Theodoro Roosvelt lo recibió en 1906, por la astuta mediación que condujo al fin de la guerra ruso-japonesa, el 5 de septiembre de 1905. En el verano de 1853 desembarcaron en la tierra del sol naciente las tropas del Comodoro Matthew Perry, de los Estados Unidos, Los llamados “buques negros” habían ido a forzar a los japoneses a abrirse al mercado. A persuadir con la “política de las cañoneras”, como lo harían tantas otras veces durante el siglo. Entraron a un país semifeudal, atrasado, rural, religioso, para obligarlo a abrirse de piernas al mercado. Durante la siguiente década, la de la Restauración Meiji, siguiendo el curso de la persuasión norteamericana, Japón abrió sus puertas a la inversión, dotó al Estado de una burocracia moderna, inyectó recursos a su economía productiva, inició la tarea de formar un proletariado urbano, actualizó y capitalizó su banca, y se consagró a hacer fuerte sus fuerzas armadas, que le sirvieran de ariete para la cruzada de mercado a la que había sido invitado. Al punto que para 1895 se declaró la guerra sino-japonesa, en la que Japón se apoderó de una parte de Corea, mientras Rusia se quedó con la Manchuria, la otra parte de Corea y Port Arthur, una base militar estratégica.
La guerra ruso-japonesa comenzó por el intento japonés de recuperar Port Arthur. Librada en China, interesaba tanto a Japón como a USA. A Teddy Roosvelt que ya había metido allí sus barcos, sus manos y sus políticos, no le pareció nada gracioso que Japón invadiera a Corea, que de paso le diera una memorable zurra a Rusia, que por entonces había comenzado a tener su primera revolución en Moscú y Petrogrado. Así que para preservar el mercado chino de inversión, de materias primas, de mano de obra, Roosvelt ideó el “estatuto de integridad china”, destinado a la defensa de la “integridad de mercado” chino para los Estados Unidos. El estatuto general contenía una cláusula mediante la cual se le prohibía implícitamente a Japón meter sus manos en China, alegando un “principio de neutralidad” que era el velo tras el cual Roosvelt tapaba la intromisión política, comercial y militar de los Estados Unidos.
La misma defensa de la “integridad china” que en los setenta, Nixon, el criminal de guerra, en compañía de Kissinger, el otro criminal de guerra, que llegó a la Secretaría de Estado, intentaría renegociar con Mao. A Kissinger también terminaron dándoselo.
USA hizo un par de esfuerzos más por mantener el principio de integridad china. El primero fue una circular diplomática, el 13 de enero de 1905, y la segunda fue su política de “puerta abierta” en Manchuria, un arma de doble filo en la estrategia de repartirse el mercado asiático con Japón, pero al mismo tiempo el recurso para intervenir militarmente. Sin la garantía de intervención, Roosvelt se habría negado a actuar como mediador.
Así que si se lo dieron a Roosvelt, si se lo dieron al antisemita Cordell Hull – Secretario de Estado – en 1945, quien durante la guerra impidió diplomáticamente que un grupo judío de refugiados desembarcara, por lo que debió regresar a Alemania donde fue ejecutado. Si se lo dieron al criminal de guerra Kissinger, responsable de la estrategia global norteamericana para el sudeste asiático. Si se lo dieron a Menachem Begin – Primer ministro israelí – que autorizó el bombardeo a la planta nuclear de Osirak en Iraq, la invasión al Líbano en 1982, y fue el responsable político de las masacres de Sabra y Shatila. Si estuvieron postulados Hitler y Stalin ¿Por qué no habrían de darle el Premio Nobel de la Paz a Barak Orama?
Micomandante se sorprendió con el premio a Obama, le pareció anticipado. Dijo que su otorgamiento es "como que un pitcher se pare y diga empezando temporada:”Voy a ganar cien juegos, no me van a meter un jonrón, voy a ponchar a 500 bateadores y al día siguiente, le den el premio Cy Young, antes de comenzar la temporada".
Yo no alcanzo a sorprenderme tanto, primero porque la temporada – otra cosa es que Mico no se haya enterado - ya comenzó. El mismo día que le entregaron el premio, Obama envió 13.000 tropas más a Afganistán. Y segundo, porque la imagen más precisa de lo que Obama representa para el mundo, está contenida en la obsecuente indignidad con que fue capaz de aceptarlo.
0 comentarios