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Alberto Rodríguez

Parainteligencia continental

Parainteligencia continental

 ¿Cómo fue que Mel ingresó clandestinamente a Honduras en el baúl de un carro, atravesó medio país y fue a meterse en la Embajada del Brasil en Tegucigalpa? Detrás hubo una operación de inteligencia. Si Lula hizo el pase y Mel metió el gol, para ser justos, hay que agregar que Micomandante fue el director técnico de la Operación Zelaya. El Presidente Lula no parece estar completamente dispuesto a reconocer públicamente que su gobierno le metió la mano al conflicto hondureño, prestando su casa, para que Mel, que no tenía a dónde llegar, pudiera instalarse en el corazón de la ciudad.

En Brasil, en Venezuela, en Colombia, Honduras y Estados Unidos se rumora  que la jugada fue encargada por Lula, a Marco Aurelio García, su asesor internacional, muy cercano ideológicamente a Micomandante. García maneja las relaciones de Brasil con los partidos de izquierda en Europa y América Latina, incluidas las Farc. Así que Micomandante lo que hizo fue situar la contraparte, alguien que tuviera experiencia en operaciones encubiertas, que pudiera trabajar con García y conociera de cerca la situación venezolana en Honduras. El único que tenía el perfil, era el impresentable Ramón Rodríguez Chacín, perro de presa de la revolución bolivariana y enlace de Micomandante con las Farc.

Se ha hablado de la prudencia de Luiz Inácio Lula da Silva para el manejo de las relaciones internacionales, en varias de las situaciones en que ha servido de árbitro, facilitador y acompañante. Si bien Lula ha desempeñado sus buenos oficios, como lo hizo en Colombia para la liberación de los soldados secuestrados por las Farc, en condición de país grande de América Latina, garante continental, hermano mayor, siempre ha dicho que “no interviene en asuntos internos de otros países”. Pero la sola llegada de Mel, como quiera que haya sido, pone en entredicho la prudencia no intervencionista del ex sindicalista. Aún si los hechos hubieran sido, que Mel simplemente se presentó a la embajada del Brasil, a donde ingresó en “caballo de Troya”, convencido de que Lula le darían el asilo que desesperadamente venía a solicitar. Así, sin pensarlo dos veces, el Embajador lo asiló, llamó a la Cancillería, la Cancillería a Lula, quien aprobó. Si Mel ya estaba en la casa, qué otro camino tenía. De no haber aceptado hubiera echado a Mel a manos del ejército hondureño que también lo quiere tener encerrado, pero sin estatuto de exiliado.

Felipe Colina en su sección “Carrusel Político” del periódico La Razón dice: “Está confirmado que el ex ministro del Interior Ramón Rodríguez Chacín fue el encargado de dirigir los escoltas venezolanos que custodiaron al ex Presidente Zelaya durante su ingreso a la sede diplomática de Brasil”. Y lo recalcó también Nelson Bocaranda, en El Universal de Caracas: “El ex capitán del ejército venezolano, Rodríguez Chacín, habría orquestado el regreso de Zelaya con apoyo nicaraguense”. El Espectador, de Colombia, dijo que según sus fuentes en Washington, García fue el autor intelectual de la “Operación Zelaya”, y Rodríguez el ejecutor en tierra.

Los hechos conocidos son así: el 22 de septiembre la esposa del presidente derrocado, Xiomara Castro, llegó a la embajada brasileña y como el embajador no estaba, pidió al encargado de negocios, Francisco Resende Catunda, que recibiera a su esposo. El encargado llamó a Brasilia y desde allá le dijeron que sí. Nadie en Brasil ha confirmado exactamente quién concedió el beneplácito. Sin embargo, fuentes oficiales se han apresurado a negar que el gobierno haya tenido algo que ver con el retorno de Zelaya. “La elección de la sede diplomática brasileña fue por causa de la vocación democrática de Brasil, del presidente Lula y de Marco Aurelio García, y claro, por su peso internacional”, destacó Zelaya.

El 21 de septiembre Mel aterrizó en un aeropuerto militar de San Salvador en un avión venezolano, de inmediato se reunió con José Luis Merino, alias Ramiro Vásquez, del Frente Farabundo Martí para la Liberación, que vivió en la clandestinidad durante los años de la guerra civil salvadoreña y aparece en los computadores de Raúl Reyes por la mediación entre un distribuidor de armas australiano y las Farc. “Vásquez es un tipo con un historial larguísimo en la vida clandestina, entrenado en Moscú y en La Habana” dice The Wall Street Journal en su edición del 7 de octubre.

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