La democracia chuzada
El gobierno de Monseñor Uribe Vélez es impune e in imputable. No es sujeto de responsabilidad frente a ninguna de las aberraciones que se han convertido en política, y elude siempre con suerte su responsabilidad frente a los hechos. Desde luego, también es inmarcesible.
Frente a los “falsos positivos” – un aparato organizado para cobrar recompensas desde el interior de las fuerzas armadas – Monseñor no tiene ninguna responsabilidad. Basta echar a cinco generales, unos cuantos oficiales de rango, y ya. Frente al estado de las trochas del “sistema nacional de vías” – dirigido hasta hace pocos días por un delincuente, destituido por la Procuraduría - basta levantar la voz en un consejo comunitario contra los contratistas que se roboran los dineros adelantados para arreglar las trochas, y ordenar a su ministro Andrés Uriel – que reza el rosario todas las noches – que tome cartas en el asunto. Frente a la pérdida de un monto considerable de recursos de las reservas internacionales de Colombia, consignadas en los bancos norteamericanos que colapsaron, ni Monseñor, ni su banco central, ni su canciller, responden por nada. Frente al pornográfico acto de la tumbada colectiva que los jóvenes piramidistas inflingieron a una sociedad ambiciosa, bastó echar al Superintendente Financiero y asunto arreglado. Nadie responde por una estafa colectiva que está expresamente tipificada por el decreto que regula el sistema de captaciones. Y ahora, frente al Dasgate, Monseñor, su Ministro del Interior, y todo los chuzadores del régimen, no saben, no responden. Dicen que su policía política ha sido infiltrada por mafias, que montaron centrales de interceptación, utilizando a miembros activos y retirados de la armada, a técnicos de la institución, oficinas, equipos y vehículos. Valiente declaración, como si no supiéramos que desde épocas de Noguera, el Das le había sido entregado a buena cuenta al paramilitarismo.
Las chuzadas son vieja maña. Con los recursos de comunicación del Plan Colombia se los ha chuzado a todos, desde el principio. No solo a los que “legalmente merecen ser chuzados” según declaración del Santico, sino a los “que no se lo merecen”, porque una chuzada no se le niega a nadie (aunque valga decir que a precio de mercado una chuzada vale diez millones de pesos). Claro que se ha chuzado a las FARC – entre otras cosas la Operación Jaque se hizo posible gracias a una chuzada -, se ha chuzado a los paramilitares que tenían teléfonos celulares en la prisión, a sus abogados, a los helenos. Pero también a la oposición política, sin distingo de disidencias. A los periodistas que son intermediarios profesionales de información que tiene valor en el mercado noticioso y que manejan fuentes protegidas por ley. (Qué pena con Julito). A los miembros de las altas cortes, a quienes fueron investigadores de la parapolítica, y a los miembros de la corte suprema no adictos a besarle el anillo en el dedo del corazón a Monseñor. Hasta algunos funcionarios de Palacio se los chuzó para cubrir las apariencias y tener a priori un argumento que los exonera.
Quién quita que hasta Monseñor esté chuzado. Y las mafias interceptadoras del Das ya sepan si se le mide o no a la reelección. Y que hubieran chuzado también a Tola y Maruja, y ya se supiera para quién trabaja ese par de buenas señoras.
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jose -