El debate del miedo
El asalto israelí sobre Gaza es un crimen contra la humanidad. Frente al cual la mayor parte de los países del mundo pasaron de agache. Los Estados Unidos y Rusia, por razones de Estado, fueron hipócritamente cautos. Desde el punto de vista de sentido de humanidad deberían haber condenado tajantemente la acción de Israel, como lo debería haber hecho la mayoría de países. Pero en el fondo no lo hacen, porque en circunstancias como las que vive el Estado de Israel y el Estado Palestino, todos obrarían igual que Israel, comenzando por Monseñor Uribe y Micomandante. El caso de Venezuela, al menos es explícito, aunque más que un gesto de humanidad, la ruptura de relaciones y la expulsión del Embajador, sean gestos de propaganda.
La liga de los estados árabes se reunió para discutir el asunto de Gaza. Tanto Arabia Saudita como la Autoridad Palestina (AP) condenaron a Hamas. La AP está dividida. Gaza la controla Hamas y Cisjordania Fatah. Hamas echó a patadas a Fatah de Gaza. Hay dos estados palestinos. Detrás de Hamas están Irán, que oficia como el decano del islamismo (se chismosea acerca de que entre algunos miembros del Estado iraní se ha hablado de la eliminación de Hosni Mubarack, por su oposición a Hamas). Está Hezbolá (un clan radical de chiítas, que hostiga a los sunitas, a los drusos y a los cristianos en Líbano), resultado de la alianza Irán/Siria. De resto, todos los demás países árabes están chocando con Hamas. Hamas quiere guerra, hace lo que puede para provocarla, hasta con misiles caseros. Israel responde para que desde el principio se sepa quién tiene el control militar de la región. Si para hacer eso tiene que matar 1500 civiles, no le importa. El enemigo islamista está en Gaza, está en casa.
La división del estado palestino representa la división islamista en el mundo árabe. La propuesta de Hamas es clara. Estados islamistas en África, y desde Gaza hasta Irán. La jihad, es su consigna, la guerra santa su propósito Islamizar el subcontinente, crear un bloque respaldado por Irán, con recursos atómicos, y más allá, diplomáticamente en un tercer plano por China.
Los islamistas están convencidos que Dios milita con ellos, al fin y al cabo es una guerra santa, contra los infieles. No importa morir. Y pasará mucho tiempo antes de que desistan de querer probarle su guerra al mundo.
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