Cioran: alma bendita
“Hay entre esos hunos refinados una melancolía hecha de crueldad”
E.M.Cioran
Suicidio ambiental. El efecto Gore. El fin del agua dulce. Servicio de lavandería. Narcotecnia. Racismo, cine gore. Violencia simbólica indiscriminada. La muerte en vivo – Tesis -. Sexo bestial. Tráfico de órganos. Trata de personas. Asesinato de niños. Muerte a las mascotas. Sida. Genocidio indiscriminado. Mercado negro de armas nucleares. Fin de la era del petróleo. Desaparición de la capa de ozono. Industria de la tortura - Hostel -. Ejércitos de violadores. Teocracias institucionales. Campos de concentración. Con un “programa” así, cualquiera podría estar tentado a vaticinar el fin del mundo. Un fin trágico y desesperado, que anticiparía socialmente en millones de años la muerte térmica del planeta, cuando nuestro sol se apague. Lo cual vendría a probar sin lugar a refutación que la insólita voluntad aniquiladora de la sociedad supera con creces la entropía del sistema, la desregulación natural del planeta.
El “programa” se puede leer como una exaltación malintencionada del pesimismo, como fruto del nihilismo real, como la renuncia a cualquier principio de esperanza, como desconfianza absoluta en el instinto de conservación de la especie. Pero también puede leerse desde su lado positivo: no hay mal que por bien no venga, lo único que no tiene solución es la muerte, la ciencia y la tecnología nos salvarán, la fe es un motor que mueve montañas, el narcotráfico se elimina cuando se legalice la droga, la vacuna contra el sida está a la vuelta de la esquina, la iglesia acabará el celibato y la democracia terminará triunfando. Como en las películas.
Tenemos el derecho a leer el “programa” como nos de la gana. Lo que no podemos hacer es desconocer el riesgo letal que se cierne sobre la especie, a causa de que se ha levantado contra el planeta, y en particular, los modelos de producción, que lejos de haber logrado el básico bienestar para la población del mundo, la salud ambiental del planeta, la democracia como sistema único, ha ahondado en todas las diferencias, en la exclusión, la miseria, la cultura de la muerte y en la marginalidad criminal de pueblos completos.
Llegamos a la luna y no pudimos resolver el problema del agua en la tierra. Inventamos un sistema de autodestrucción global y no pudimos controlar a las pandillas tribales, a los paramilitares, a los irregulares, a las maras y a los iluminados del mundo. Asistimos a la apertura de la autopista informática global y los niños del tercer mundo se siguen muriendo de hambre. Tenemos submarinos nucleares de última generación y no resolvimos el problema del pan y los cereales.
No es que nos merezcamos una suerte aciaga, pero hemos hecho todo para que así sea.”Habiendo perdido el gusto hacia los seres, en vano me esfuerzo por adquirirlo hacia las cosas” añade Cioran. (Historia y utopía)
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