Ni fumigación ni manualidades: legalización
Uribe anunció en su discurso de instalación del Congreso un giro a la política del Plan Colombia. Menos fumigaciones y más erradicación manual. Uno podría pensar que diplomáticamente es un doble mensaje, al Congreso norteamericano, para decirle que las fumigaciones no han dado resultado, y al Ecuador, para bajarle presión al conflicto fronterizo de las fumigaciones. El gobierno ecuatoriano tiene toda la razón en estar molesto, Uribe no ha tenido el tacto ni la palabra para manejar el asunto. Con un vecino así, es preferible Chávez.
Las fumigaciones son un fracaso, lo sabe la DEA, la CIA, el Congreso y el Gobierno norteamericanos, el Gobierno colombiano, Chávez, las FARC, el narcotráfico, y los paramilitares. Y después de que el ex general Daniel Castro se hizo fumigar en una demostración de medios, ya a nadie le puede caber duda. Al general lo ha debido erradicar, sin embargo lo que no hizo el glifosato, lo hizo Uribe dos meses después, lo erradicó por el afair de las chuzadas “legales”. Pero la alternativa, uno no sabe si es un chiste o es porque no hay más que proponer. Recuerden que a partir del 2000 se le metió el grueso de los recursos a las fumigaciones, porque la erradicación manual había fracasado.
La erradicación manual en condiciones normales es más barata que la fumigación. Pero en condiciones reales, a costos de hoy, sube los costos, porque hay que destinar mucho a protección de soldados, campesinos, mercenarios – antiraspachines - , cubrir desplazamientos y levantar campamentos. Una erradicación manual acompañada por una sustitución automática de cultivos y la distribución de la tierra entre quienes la trabajan, hubiera sido un giro inteligente y posible hace 30 años. En el gobierno de López Colombia ya era el mayor exportador mundial de cocaína.
Antes de seis meses estaremos escuchando a los funcionarios de las agencias internacionales y a sectores del gobierno, diciendo que los cultivos no se reducen, que la coca sigue llegando USA, que es necesario volver a las fumigaciones. El Gobierno ensayará otro giro pero seguirá víctima de una cadena de inútiles alternativas, que no resuelven el problema, porque el asunto no quiere ser resuelto.
El Plan es un esfuerzo institucional, militar y económico de lucha contra el narcotráfico, que no busca erradicarlo. Porque no optar por la solución fuerte, la legalización, equivale a sostenerlo. El papel invertido del Plan consiste en que en vez de quebrar el narcotráfico, arruinarlo como negocio, darle directo al corazón del mercado, termina cumpliendo el papel de regulador indirecto de los precios favorables en el mercado de USA y Europa. Es inquietante, que sean precisamente los gobiernos y las mafias los más resueltamente opuestos a la legalización.
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